Un balance Presidencial

Publicada el 9 enero, 2003

Es difícil hacer un balance justo de los aciertos y errores de un período presidencial, más aún cuando éste acaba de terminar y no conocemos todas las circunstancias que llevaron a las decisiones de gobierno; sin embargo, me voy a atrever a hacerlo someramente en el gobierno que está por terminar.

Comenzaremos por los hechos con más aspectos positivos.  En el gobierno de Gustavo Noboa se tomó la decisión de mantener la dolarización decretada en las postrimerías del gobierno del Dr. Mahuad.  Estoy seguro de que fue una decisión correcta, ya que permitió al país salir del espiral inflacionario en que por la crisis bancaria, financiera y económica había caído.  Se renegoció con eficiencia la deuda externa en los primeros meses del gobierno.  Se tomó la decisión de impulsar la construcción del nuevo oleoducto para evacuar crudos pesados del oriente ecuatoriano.  Se concretó la posibilidad de compra de energía barata de Colombia.  Se reconstruyeron muchas vías, se efectuó la concesión de la Panamericana, se terminó la planificación estratégica de la vialidad nacional y se financiaron algunos proyectos fundamentales de la red.  Muchos errores se habrán cometido en la implementación de estas realizaciones, pero pocos pueden negar que éstas debieron hacerse.

Sobre la corrupción, poco se hizo para atacarla.  A más de lograr la extradición de Peñafiel y Peñaranda, dos personajes de los muchos protagonistas de recientes escándalos; lo demás fue mucha pluma y poco pavo.  No se apoyaron los procesos investigativos de la anticorrupción, no se cobró a los deudores de los bancos estatales ni se controlaron los gastos de la AGD, no se mejoró la administración de las empresas eléctricas o de Pacifictel, no se concretó ningún esfuerzo modernizador del Estado, nunca se implantó una política de austeridad fiscal.  Todos esos negativos debilitaron la lucha contra ese tremendo crimen social que es la corrupción.

El Presidente hizo unos nombramientos muy equivocados.  En el caso de Emanuel, estuvo bastante advertido y redundó en efectos negativos, desde el fracaso de las negociaciones con el FMI hasta la pérdida de fe en la moralidad de su gobierno.  El caso de su hermano es un caso más de nepotismo típico de gobiernos populistas que le acarreó terribles consecuencias políticas, incluyendo las fracasadas privatizaciones.  Cosas chabacanas que dijo en exceso, peleas innecesarias que atentan contra la dignidad del cargo, viajes alargados que parecieron giras turísticas, tomar a la ligera críticas razonables, todo eso pesa a la hora del balance del lado negativo.  Pesa así también la indefinición de políticas de vecindad que nos protejan de los males que afectan a Colombia o la falta de estrategias para incrementar nuestro comercio exterior.

Un vicepresidente leal y trabajador, una primera dama dedicada al servicio social con muy atinado desempeño, altos precios del petróleo, proyectos sociales focalizados a los más pobres y la reciente aprobación de una ley que impulsa la descentralización contribuyen a disminuir el desequilibrio del balance. Esperamos que los errores del Dr. Noboa no los repita el Crnel. Gutiérrez y que se fortalezcan los aciertos de su gobierno. Ojalá no tengamos que recordar mañana el gobierno de Noboa como bueno, cuando muchos ahora lo denigran como malo.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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