Desarrollo interurbano

Publicada el 23 septiembre, 1996 - Diario Expreso

         Hace seis años, colaboramos durante algunos meses con la Fundación Francisco de Orellana.  Esta institución fue fundada en 1987 con  el objeto de impulsar  el desarrollo de Guayaquil, a través de la elaboración de propuestas y planes, y el apoyo a las buenas ideas que nuestra gran urbe huancavilca, necesita.  Durante el tiempo en que estuvimos involucrados con la Fundación, trabajó en ella el Sr. Agustín Yerovi,  especializado en los Estados Unidos en Planificación Urbana, quien  elaboró un proyecto que en esa época e incluso hoy, parecía ser un sueño utópico: un ferrocarril eléctrico que rodeara a la ciudad y la comunicara desde siete estaciones urbanas con algunas de las principales poblaciones aledañas: Yaguachi, Milagro, Babahoyo, Baba, Vinces, y Daule.   Las estaciones de la ciudad, ciertamente servirían para el transporte de sus propios habitantes, ya que las estaciones dentro de la metrópoli, desde Pascuales a el puerto marítimo, así como a las de Duran y Milagro, estarían ubicadas junto a la de circuitos de buses urbanos.

         Habría una notable mejoría en la calidad de vida de los habitantes de las poblaciones de la Región de Guayaquil que estén aledañas a las estaciones del ferrocarril en su circuito interurbano.  La joven vinceña, por ejemplo, pudiera estudiar universidad en la Politécnica del Guayas, sin tener que trasladarse a vivir en otra ciudad.  Los parientes de Babahoyo de una persona enferma en un hospital especializado de Guayaquil, pudieran visitarla mas cómodamente, con un servicio de transporte moderno y eficiente. Los técnicos agrícolas e industriales que trabajan en la rica área productiva de la Cuenca del Guayas pero que sus familias viven en el puerto principal, ahorrarían tiempo y dinero al trasladarse diariamente desde y hacía sus hogares, en un seguro transporte colectivo.  Como el proyecto ferroviario pasaría por zonas muy pobladas cerca de Guayaquil, muchos compatriotas pudieran escoger cualquiera de las estaciones urbanas como punto de destino, o de partida, facilitándose sus actividades en ella.

         Una obra de esa naturaleza ayudaría a resolver diversos problemas de transporte.  Urbanos e interurbanos, de gente y de carga.  En lugares estratégicos cerca de Daule, y Yaguachi, se instalarían patios de transferencia de contenedores, para que la mayor parte de la carga destinada y proveniente del terminal portuario, sea traspasada de y a camiones; utilizando para atravesar la ciudad, la vía ferroviaria eléctrica, de noche y sin molestar demasiado ni a sus habitantes ni  a su ecología.  Creo que debemos empezar a pensar,  para poder pronto realizar, este tipo de proyectos.  A algunos les puede parecer prematuro; yo creo, sin embargo, que los beneficios para los ciudadanos serian importantes e inmediatos; y que, lo transcendental de este, estaría en los efectos positivos a largo plazo para el Desarrollo Interurbano de la Gran Región de Guayaquil.

         He ocupado gran parte del espacio de esta columna, para  referirme al proyecto de  tren eléctrico interurbano, aunque, mi intención solo era, ponerlo de ejemplo de las ideas que necesitamos explorar para realizar una adecuada planificación estratégica, que permita que Guayaquil en el siglo XXI,  compita a la par con las mejores ciudades portuarias del mundo. Para que la Ciudad sea Grande, debemos de fortalecer su entorno, con tanto o mas empeño, que la misma Metrópoli.  Para ello lo mas importante es robustecer a los municipios de los cantones de la región.  No solo en el aspecto económico, sino también en el administrativo y técnico, para que puedan ellos asumir las acciones que les corresponden para impulsar el desarrollo de sus pobladores, haciéndolas atractivas para sus actuales habitantes y que sean consideradas como alternativas del movimiento  migratorio hacia Guayaquil.

         Las ideas y proyectos que tienden a fortalecer los centros urbanos y las hermosas zonas rurales del “Gran” Guayaquil, además de propiciar esos valiosos objetivos; benefician principalmente a la ciudad misma, puesto que al desarrollarse las ciudades medianas y el campo de la pujante metrópoli, se disminuyen los efectos perniciosos que causa el demasiado acelerado y concentrado crecimiento de la propia urbe.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EXPRESO

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