Participación Ciudadana
Asistí a la conferencia del argentino Daniel Sabsay sobre la participación ciudadana en el proyecto de la nueva constitución, y luego de reflexionar sobre los comentarios vertidos y revisar nuevamente algunos artículos de lo que seria una de las constituciones más prolíficas del mundo, he quedado preocupado por el desequilibrio de poderes que se produciría de aprobarse el texto propuesto.
Hay que reconocer que el proyecto establece varias instancias y formas de participación ciudadana que son provechosas para la democracia. Sin embargo, nos parece que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que reemplaza a la Comisión de Control Cívico de la Corrupción, le quita demasiadas responsabilidades al Congreso que nuevamente se llamara Asamblea; en efecto, el organismo deberá designar al Procurador, Contralor, Defensor del Pueblo, Defensoría Pública, Fiscal General y miembros del Consejo Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral y Consejo de la Judicatura. Hubiera sido más razonable que este Consejo tenga que ver en el proceso de selección de candidatos para esas importantes funciones dejando a la Asamblea las designaciones. Al fin y al cabo, por más desprestigio en que haya caído el poder legislativo, este es resultado de un proceso electoral directo y el CPCCS será nombrado con gran participación e influencia del poder ejecutivo.
La institucionalización de la Participación Ciudadana pudiera terminar destruyéndola, ya que en definitiva, serán empleados públicos los que la representaran y no ciudadanos voluntarios. El expositor extranjero nos hizo notar como la aplicación de democracias plebiscitarias ha servido, en el pasado, como medio para fortalecer gobiernos autoritarios en desmedro de la democracia, basándose en el poder electoral de algunos gobernantes.
El proyecto presenta propuestas que son muy atractivas porque ofrecen satisfacer prácticamente todas nuestras necesidades, muy difícilmente será posible cumplir tan extraordinarias ofertas. En muchos aspectos el proyecto es normativo en exceso, muchas de las cuales por coyunturales, pronto serán obsoletas. Es probable que muchas utópicas disposiciones pronto quedarán como letra muerta y que algunas de las excesivas normas deban ser reemplazadas por leyes más efectivas. Los candados establecidos en el proyecto harán complicado realizar reformas y nos quedaría una carta fundamental con vacíos, errores y ofertas incumplidas.
Los ecuatorianos debemos participar como buenos ciudadanos analizando con seriedad el proyectado texto constitucional, discutiendo sus efectos, advirtiendo sus errores y barbaridades para ir a votar el 28 de septiembre con conocimiento de causa. No es un voto para aprobar o no la gestión del Presidente, sino una nueva constitución. Si se la rechaza, Correa seguirá gobernando, ejerciendo el poder como lo ha venido haciendo con la actual carta magna.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO