Estamos por el cambio

Publicada el 15 septiembre, 2008

Algunos lectores que envían sus opiniones sobre esta columna parece que no han leído mis anteriores escritos.  Muchas veces he criticado el abuso de poder, la manipulación de la justicia, los dogmatismos neoliberales o neosocialistas y los muchos vicios de la vieja partidocracia.  Porque creía en un cambio, voté por Rafael Correa.    Porque creo que la democracia debe fortalecerse con una clara división de poderes y verdaderos partidos políticos, que debe impulsarse la descentralización, garantizarse la independencia judicial, apoyé la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Por creer en una revalorización política que fortalezca la democracia no debemos ser ciegos o ingenuos y apoyar cualquier propuesta de cambio que nos presenten.  El proyecto de nueva constitución aprobado en Montecristi esta lleno de errores, malintencionados o no, tiene una extensión excesiva, artículos contradictorios, un texto confuso, repetitivo y redundante; barbaridades que de por sí, nos debería convocar a rechazarlo.  Quizá el apuro con el que se lo termino de redactar, aprobar y revisar, que ha ocasionado graves dudas de cual mismo fue el texto finalmente ratificado, es la causa de tanta mediocridad.

Pero lo más grave del proyecto no está en la forma, sino en muchos conceptos equivocados que al aplicarse afectarían el desarrollo económico y el futuro democrático de la nación.  Muchas disposiciones ahuyentaran inversiones necesarias para generar riqueza y empleo, otras atentan con principios morales tradicionales y el régimen de transición establece una enorme concentración de poder en el ejecutivo.  Se aglutinan atribuciones estatales en el gobierno central en contra de la tendencia mundial que favorece procesos descentralizadores en beneficio de los ciudadanos.  En fin, hay muchas razones para rechazar la propuesta, aún tomando en cuenta ciertos avances positivos, que si se los consideran individualmente pudieran cautivar a algunos votantes.

Que no apoyemos el texto propuesto no quiere decir que no estemos por el cambio.  Algunas acciones gubernamentales que mejoran la recaudación tributaria y restablecen el orden en procesos bancarios son loables y permiten afianzar una cultura en contra de la evasión y corrupción.  De rechazarse el texto constitucional propuesto, el Presidente Correa deberá de terminar el periodo para el que fue elegido, y sin campañas por delante,  seguramente podrá cortar la demagogia y gobernar mejor.

En el referéndum del próximo día 28 está en juego nuestro futuro democrático, nuestro voto no debe ser a favor o en contra del Presidente Correa, sino del proyecto constitucional.  Este tiene aún más obstáculos para su reforma que la actual, lo que haría muy difícil, de ser aprobado, enmendar los garrafales errores conceptuales y de forma que contiene.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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