León Febres Cordero
Luego de afrontar con valentía y entereza la última batalla de la vida, falleció en Guayaquil el lunes pasado el político más influyente del Ecuador desde la dictadura militar que terminó en 1978. Llegó a la Presidencia en 1984 luego de surgir como líder empresarial y confrontar en el congreso a los gobiernos de Jaime Roldós y Oswaldo Hurtado. Durante su periodo presidencial tuvo |que afrontar una grave crisis económica ocasionada por la caída de los precios de petróleo y la destrucción del oleoducto y otra política causada por una insubordinación militar. Afrontó con tenacidad y eficacia a grupos subversivos que atentaban contra la paz y seguridad nacional y defendió con decisión el desarrollo basado en la economía social de mercado.
Bajo su égida surgieron muchos líderes de la derecha ecuatoriana en los últimos treinta años, pero el mismo contribuyó al fracaso político de estos al enfrentarlos con irrefrenable pasión e implacable verbo cuando no concordaba con sus acciones.
Como lo hiciera Vicente Rocafuerte, León Febres Cordero sirvió a su ciudad con dedicación y patriotismo después de ocupar la Presidencia de la República. Su principal obra fue la transformación de Guayaquil, de una ciudad sucia, desorganizada y destruida por pésimas administraciones municipales, en una gran urbe moderna, limpia, con estupenda infraestructura vial y amplios espacios para el esparcimiento ciudadano.
Su irascible y apasionado temperamento generó controvertidas reacciones. Igual como ha sucedido con los principales protagonistas de la historia ecuatoriana, Rocafuerte, García Moreno, Alfaro, o Velasco Ibarra, León Febres Cordero fue amado por sus partidarios y odiado por sus detractores.
El pueblo guayaquileño, agradecido con el líder, rindió un multitudinario y merecido homenaje ante el féretro del reconstructor de la metrópoli huancavilca. Ha muerto una figura política y nacido un personaje histórico. ¡Paz en su tumba!
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO