La Corte de Troya

Publicada el 29 diciembre, 2008

Hace menos de cuatro años el país vivió un caos jurídico y político cuando el Congreso Nacional arbitrariamente, en base a una mayoría coyuntural, descabezó la Corte Suprema de Justicia cambiando a sus miembros con jueces que respondían a los intereses políticos del gobierno del Coronel Lucio Gutiérrez.  La reacción ciudadana contra esa descalificada acción comenzó poco a poco, a la más alta corte nacional de la motejó como “pichicorte”, tomando el apodo de su Presidente “Pichi” Castro, las protestas fueron creciendo por las equivocadas resoluciones de la mentada corte y llegaron al extremo de provocar la rotura constitucional con la destitución del Presidente tan solo cinco meses después de la malhadada resolución del Congreso.

Luego de que el vicepresidente Dr. Alfredo Palacio asumió la Presidencia, el Congreso con aquiescencia de la opinión pública, organizó un proceso sui-generis para nombrar una nueva Corte Suprema.  Se nombró una Comisión especial presidida por el Dr. Carlos Estarellas para que calificara y seleccionara a los jueces del máximo organismo judicial del país.  Cinco meses duró el proceso que fue seguido de cerca por los medios de comunicación y una extensiva veeduría ciudadana, hasta que en noviembre de 2005 la nueva corte fue confirmada por el Congreso Nacional.  Si bien no fue un sistema perfecto, fue mucho mejor que lo que se había hecho anteriormente para seleccionar a los jueces de la principal corte del país.

Uno de los cuestionados cambios aprobados en la nueva Constitución fue la transformación del sistema judicial, se elevó la categoría del Tribunal Constitucional poniéndola por encima de la Corte Suprema cuyo nombre se cambio por Nacional.  El régimen de transición dispuso un sorteo para disminuir el número de jueces prevenido en la Carta Fundamental, que no fue aceptado por los jueces actuantes.  Ante esto, la Comisión Legislativa conocida como Congresillo, con el consejo de la autoproclamada Corte Constitucional, en forma inaudita encargó al magistrado José Troya para que busque los jueces o conjueces que la integren.

No hubo siquiera intentos de buscar equidad de género o equilibrio regional en la conformación de la nueva Corte.  La integraron quienes aceptaban el pedido de Troya.  La prensa da cuenta que dos de ellos fueron anteriormente descalificados por la Corte Suprema para llenar vacantes de ministros titulares, seis de los veintiuno tienen quejas en su contra, otros dos son parientes en segundo grado de afinidad, en fin, difícilmente puede haberse dado mayor mediocridad en el proceso de selección.

La mayor sorpresa la hemos tenido cuando el Presidente Correa, quien participó hace cuatro años en las protestas contra la “pichicorte”, avalara este espurio proceso y lo calificara de imparcial y objetivo.  Como dijera Hamlet, algo esta podrido en Dinamarca.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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