Ecuador y el Amazonas

Publicada el 14 octubre, 2003 - Diario Expreso

Nuestro querido país ha tenido una serie de desencuentros con la cuenca hidrográfica más grande del mundo desde que el rey de España, Carlos III, expulsara a los jesuitas de sus territorios en 1767.  En efecto, los jesuitas de Quito fueron los organizados misioneros que desde esa ciudad establecieron sendas misiones cristianizadoras de los pueblos autóctonos del Amazonas.  Cuando fueron desterrados a Italia, la mayor parte de los establecimientos amazónicos fueron abandonados o destruidos por los “bandeirantes” portugueses que secuestraban para esclavizar a los indígenas de la región.  Desde entonces, la actual nación ecuatoriana se fue desvinculando de las riberas del gran río-mar.

Han transcurrido más de ciento setenta años de disputas territoriales con el Perú, iniciadas precisamente porque las escasas colonias españolas que quedaron en la región, luego de la expulsión jesuítica, pasaron a ser dirigidas desde las misiones franciscanas del ahora vecino del sur y luego por sus autoridades republicanas.  Como consecuencia, y a pesar de nuestros claros derechos, se firmó un tratado cuyo principal y casi único beneficio para el Ecuador es el de poder utilizar el río Amazonas como medio de transporte, para lo cual el Perú se comprometió a construir una vía entre la carretera ecuatoriana Méndez-Morona y el puerto amazónico peruano de Sarameriza.  Cabe resaltar que este puerto fluvial está ubicado en el Bajo Marañón, pasando los Pongos de Manseriche, cuando esta raíz del Amazonas –el río-mar toma ese nombre luego de la confluencia del Ucayali–, es completamente navegable los doce meses del año y está ubicada donde existen posibilidades de acceso por vía terrestre por cuanto no hay grandes bajiales que separen el sitio de nuestras carreteras sino montañas como las Sierras de Campanquiz que permiten la construcción de modernas vías.

Luego de la firma del Acuerdo de Paz en 1998, era de esperarse que el Ecuador entero: sus Fuerzas Armadas, su Cancillería, su Ministerio de Obras Públicas, su Presidencia, se volcaran con ahínco a plasmar en realidad la tan ansiada comunicación amazónica completando lo que falta de la parte ecuatoriana del eje binacional número cinco y haciendo que el Perú cumpla con su compromiso de construir el tramo que le corresponde según el mentado Acuerdo; mas esto no ha ocurrido así.  La falta de empeño y de visión de las autoridades nacionales y regionales de Morona, el Austro, Guayas y El Oro, junto con celos regionales de la metrópoli quiteña, ha hecho que en vez de acercarnos a lograr lo que por décadas hemos deseado y necesitado – la unión del Ecuador y sus puertos en el Pacífico con un puerto navegable en la cuenca amazónica – nos sigamos distrayendo en ilusiones mientras los peruanos y brasileños continúan con sus planes geopolíticos de interconexión de la amazonía y el Océano Pacífico, en donde excluyen la vía ecuatoriana.

Manta y Esmeraldas son dos puertos que con razón y derecho buscan conectarse con la ruta amazónica y con Iquitos y Manaos, pero tanto Quito como esos puertos del centro y norte del país deben llegar a la vía Méndez-Morona y al puerto de Sarameriza para lograrlo.  Las alternativas que ilusamente se presentan de utilizar los ríos Putumayo o Napo sencillamente no son reales.  Ni en Francisco de Orellana, ni siquiera en Rocafuerte, cerca de la actual frontera con el Perú, el río Napo presta las condiciones de navegabilidad para permitir moderno transporte intermodal en embarcaciones que transporten contenedores de carga durante la mayor parte del año.  El transporte se lo realiza en embarcaciones fluviales medianas o pequeñas, durante el día y con sumo cuidado porque el Napo tiene bancos de arena que hacen peligrosa la navegación.  Sólo hay ocasiones, cuando es la época más lluviosa, en que se han podido movilizar grandes cargas.  Lo mismo sucede con el Putumayo; de hecho en la época de estiaje, según me lo han relatado los propios pobladores, el río se lo puede cruzar caminando.  Ni el Putumayo ni el Napo son navegables con barcazas que transporten contenedores, sino muchas decenas de millas fuera del territorio ecuatoriano a donde es muy difícil y costoso llegar por una vía terrestre.  El Napo lo es luego de la confluencia con el Curaray, que en el centro y norte de nuestro Oriente es el río que presta las mejores condiciones de navegabilidad, parecidas a las del Morona y con similares limitaciones que este otro, localizado en el sur de nuestra región amazónica.

Manta, Esmeraldas y Quito deben comprobar esta realidad, lo que no es nada complicado; deben convencerse de que para llegar a un puerto navegable por vía terrestre hay que ir desde Patuca a Sarameriza y deben preocuparse de impulsar el mejoramiento de las vías que los llevan allá.  Hasta que eso ocurra, tendremos a la mitad de la Patria luchando por una ruta amazónica utópica y perjudicando la verdadera solución a nuestro desencuentro centenario con el río más grande del mundo.

El Ministerio de Obras Públicas, en el actual gobierno, está promocionando irresponsablemente una vía férrea Manta-Tena-Coca como si eso permitiría el transporte intermodal sin estudiar siquiera las condiciones fluviales del Napo.  La cancillería ha descuidado totalmente su responsabilidad de exigir al Perú la construcción de la vía Sarameriza-Borja-vía Méndez-Morona como está convenido y, de hecho, el Perú está diseñando el eje vial número cinco desde Santa María de Nieva a la vía ecuatoriana, lo que haría bastante más largo nuestro acceso al Amazonas.

Los líderes y las autoridades de El Oro, Guayas, Los Ríos, Cañar, Azuay y Morona deben unirse para reclamar al Ministerio de Obras Publicas, a la Cancillería y a la Presidencia que dejen a un lado aspiraciones imposibles de los habitantes de muchas poblaciones para que la ruta intermodal interoceánica pase por ellas e impulsen lo que es factible, lo que la naturaleza de los ríos amazónicos nos permite, que es lo que ya está acordado en el Acuerdo de Paz con el Perú.  ¡HASTA QUE ESTO NO OCURRA, EL ECUADOR SEGUIRÁ DE ESPALDAS AL AMAZONAS!

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EXPRESO

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