Yasuní
Se ha armado una gran controversia por la propuesta ecuatoriana de mantener 850 millones de barriles de petróleo bajo tierra en el parque nacional Yasuní. Después de uno de los exabruptos presidenciales sabatinos, ha renunciado el Presidente de la Comisión negociadora y la mayoría de sus miembros, incluido el Canciller, quienes tomaron ofensa de las expresiones de Rafael Correa.
Cuando Alberto Acosta ocupó el Ministerio de Energía, según el Presidente Correa por su iniciativa, surgió la peculiar propuesta. A mi me pareció bastante utópica, ¿por qué países desarrollados pagarían para que Ecuador mantenga sus recursos naturales bajo tierra? Sobretodo considerando que si nosotros no aprovechamos los hidrocarburos de nuestro subsuelo, eso no disminuiría la cantidad de combustible usado en el mundo, pues otros países extraerían lo que la demanda mundial requiere, incluso Perú, que tiene campos petroleros adyacentes al ITT, al otro lado de la frontera, pudiera con técnicas avanzadas explotar algunas de las reservas que pretendemos dejar bajo suelo.
Lo que al mundo le interesa, y a lo que Ecuador debe comprometerse, es que en el parque nacional Yasuní, así como en un inmenso territorio amazónico todavía prístino, no se destruya la selva, no se explote madera ni se permitan nuevos colonos, o se exploten recursos mineros o hidrocarburos desaprensivamente. La colonización y explotación de madera ocurrida en los últimos veinte años ha causado mayores daños en nuestra Amazonia que la extracción de petróleo, a pesar que empresas como Petroecuador descuidan sus instalaciones causando innecesarios y perjudiciales derrames.
Los ecologistas, que el Presidente llama infantiles, han calculado que el petróleo que dejaríamos de extraer darían un ingreso de 7000 millones de dólares y recibiríamos a cambio 3500 millones de los estados donantes durante 10 años, pero si calculamos con un precio de 60 dólares por barril, el valor del petróleo de ITT es de 51000 millones de dólares, considerando 25000 millones para extraerlo y transportarlo, habría una utilidad, la mayor parte para el estado, de 26000 millones de dólares. Esto es sin calcular aumentos futuros al precio del petróleo. Un muy mal negocio para el Ecuador.
Mal ha hecho el Presidente al maltratar a los negociadores, que actuaron de buena fé impulsando la ilusoria propuesta. Ellos deberían de enfocarse en que toda extracción petrolera o minera se haga responsablemente con las técnicas más avanzadas para evitar daños a la naturaleza, e impedir la explotación maderera y colonización de la selva amazónica, conservándola para el mundo y los pueblos indígenas, contactados o no, que en ella habitan.
El Presidente debe sincerarse, no es posible hablar de la Refinería del Pacifico, que solo se justifica con el ITT, mientras una nueva comisión busca conseguir donaciones, que si se dan, siempre serán condicionadas.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO