Subdesarrollo Administrativo

Publicada el 16 febrero, 2003

Uno de los síntomas más importantes de que una institución o toda la administración pública de un país tiene un bajo nivel de organización es cuando la carrera institucional, o pública, no llega a los niveles más altos de la pirámide de mando sino que ésta se trunca.  Cuando eso ocurre, los niveles inferiores o medios pierden interés y afán de superación, porque a los superiores no se llega por méritos de los que están en la carrera sino por influencias externas.  Imaginémonos qué nivel de espíritu de cuerpo pudiera haber en una fuerza militar si los oficiales de carrera sólo llegaran a mayores, los coroneles y generales fueran nombrados por los jefes de estado de entre sus partidarios, familiares y amigos o que en cualquier empresa pública o privada, cada dos o cuatro años, se decapitara a todos los puestos de mando y se los reemplazara con personas de fuera de la institución.  ¡Qué desastre sería!

Precisamente eso, estimados lectores, es lo que ocurre en la administración pública ecuatoriana.  Hay cerca de cinco mil puestos de alto mando que son de libre remoción y se los considera parte del botín político.  En las instituciones del Estado la carrera administrativa llega hasta los mandos medios.  Cuando cambia el director o el ministro cambian también los gerentes o subsecretarios y son reemplazados con personas también venidas de fuera que, por lo general, conocen muy poco de esas instituciones.  De hecho, si no fuera por la buena voluntad de algunos funcionarios de esas carreras truncas, con cada cambio se perdería toda la memoria histórica de las instituciones.

En países más desarrollados y progresistas que el Ecuador, un cambio de administración pública implica pocos cambios burocráticos.  La carrera administrativa es muy respetada y sus miembros, bien seleccionados desde el inicio, están dentro de un proceso de desarrollo profesional que implica evaluaciones periódicas y un proceso de capacitación permanente.  En el Reino Unido, por ejemplo, el número de puestos de libre remoción que cambian con el cambio de gobierno no es muy superior a los ciento cincuenta.  Estos son sólo las posiciones de decisión política: ministros o directores y muy pocos asesores.  Los ministerios tienen al secretario permanente, profesional de carrera, o administrador principal que sólo puede cambiarse por otro también de carrera.  Eso beneficia a la continuidad de las políticas de estado y a la eficiencia administrativa. Ya es hora de que en nuestro país se aplique una renovada Ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa que fortalezca y modernice al servicio civil ecuatoriano, que establezca un instituto descentralizado de evaluación y capacitación de los funcionarios de estado, posiblemente basado en un desmilitarizado Instituto de Altos Estudios Nacionales, emulando a los que existen en países afines a nuestra cultura como España, México o Chile y que sólo permita la existencia de doscientos o trescientos puestos políticos que dirijan a un servicio civil profesional.  No tendrían que descubrir los presidentes que sus partidarios no lo eran tales por el ideal de la Patria, sino sólo eran desesperados desempleados ni tendríamos los ecuatorianos que soportar las bochornosas peleas por puestos públicos que son otro episodio del subdesarrollo administrativo que nos hunde en atraso y pobreza.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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