No más de lo mismo
Yo siempre prefiero hacer comentarios dejando algún mensaje positivo. Con la patética situación política que estamos viviendo se me hace difícil escribir por lo complicado que es encontrar ese mensaje. Es que en la Presidencia hay oídos sordos a los llamados a la reflexión y al cambio de actitudes y políticas que están siendo aprovechados por líderes partidistas que promueven la caída del gobierno.
Seguramente por la relativa estabilidad económica del país no hay todavía un movimiento popular que respalde esta pretendida acción. Esto no significa que no lo vayan a intentar ni que logren cambiar prematuramente al gobierno, como ya sucedió en dos ocasiones en menos de ocho años. En ningún caso ayuda esto a fortalecer nuestra incipiente democracia. Peor aún si al ocurrir esto, no se lo hace enmarcado en la Constitución de la República y respetando la sucesión presidencial.
Más allá de lo que finalmente ocurra, está claro que nuestro sistema político necesita reformas que permitan gobernabilidad y estabilidad, pues el estado actual de cosas está minando nuestro potencial de desarrollo económico y afectando el bienestar ciudadano. La prueba evidente está en la continua e imparable emigración de jóvenes ecuatorianos.
Hay que comenzar reformando la ley de partidos políticos, ya que la que tenemos no ha logrado siquiera que en éstos exista un sistema interno donde prime la democracia, que coexistan diversidad de criterios, que se renueven sus dirigentes. Hay que reformar el sistema electoral, cortando la total dependencia de éste de los partidos, que actúan como jueces y parte. Hay que revisar la obligatoriedad del voto que no ha tenido resultados positivos. Hay que poner claramente a la fuerza pública bajo el control del poder civil. Hay que incluir una forma de revocatoria de mandato presidencial que evite los remiendos constitucionales que ahora deben inventarse cuando un gobierno deja de ser viable y se debe permitir la reelección para poder continuar con un régimen que tenga éxito y apoyo nacional.
Los más importantes cambios son los que se deben dar para viabilizar una fructífera convivencia entre los poderes ejecutivo y legislativo. Éstos los podemos encontrar en las prácticas de algunos gobiernos parlamentarios. Podemos tener un Presidente que sea jefe de Estado responsable de los lineamientos políticos fundamentales y de la representatividad nacional, que tenga un primer ministro como jefe de gobierno que si bien sería nombrado por él, debería contar con la aprobación de una mayoría simple del congreso. Para conseguirlo, deberá conformar un gobierno con ministros que concentren tanto a sus partidarios e independientes como a miembros de la mayoría congresal. De esa manera, el congreso y el ejecutivo tendrían que encontrar coincidencias que permitan al país avanzar en una dirección estable de desarrollo y crecimiento económico.
Ojalá que la delicada situación política que estamos viviendo sea el detonante que genere cambios transcendentales que son necesarios y urgentes. Cambios que evitarán que en el futuro sigamos teniendo una tras otra crisis de inestabilidad como la actual. Ya no más de lo mismo.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO