La O.E.A. y la lucha contra la corrupción

Publicada el 26 junio, 2004

Hace pocos días concluyó en Quito la reunión de la XXXIV Asamblea General de la Organización de Estados Americanos.  El tema principal del cónclave americano anual y parte fundamental de la “Declaración de Quito”, es el compromiso de los estados miembros de luchar contra el flagelo de la corrupción.  Tremendo vicio que sufren nuestros estados americanos y que corroe nuestras democracias, empobrece física y moralmente a nuestros pueblos y aumenta, más aún, la diferencia entre ricos y pobres.

Creemos notorio que la cancillería ecuatoriana haya escogido o aceptado este como el tema fundamental de la Asamblea, puesto que el propio gobierno nacional está inmerso en prácticas evidentes de nepotismo, vicio de gobierno ligado a la corrupción,  y ha demostrado ser tolerante ante indicios de deshonestidad de sus funcionarios y copartidarios.  Se necesita valentía o cinismo, para asumir la promoción de esa lucha.  Esperamos que sea por lo primero.

Debemos lamentar que ésta, como otras declaraciones de esta índole, quede como un saludo a la bandera, sin resultados efectivos. En este caso, para que el compromiso adquirido en Quito de negar acogida a funcionarios corruptos y cooperar en su extradición y en la recuperación de los activos originarios en la corrupción tenga efecto, debemos primero hacer profundos cambios en nuestros sistemas de Justicia. En el Ecuador, las extradiciones no llegan muchas veces ni a plantearse formalmente, porque los juicios que internamente deben resolverse duran lustros. El sistema dilata corruptamente las decisiones, y muchas veces cuando lo hace es con fallos politizados.  Si no hay resolución judicial, los sistemas de otros países no pueden proceder con la extradición y la devolución del producto mal habido e invertido en el extranjero.

Lo que sí puede hacer la O.E.A. si de verdad se quiere afrontar este degradante problema de la corrupción,  es promover entre los  estados miembros una actitud de lucha contra ella como la que existe contra el narcotráfico.  Al fin y al cabo, al pueblo latinoamericano le hace tanto o mas daño en términos morales y económicos, que esa otra terrible desgracia.  En las leyes que ha promovido los Estados Unidos y que se han implantado en algunos países, incluido Ecuador, para combatir el narcotráfico y  narcolavado, se han roto esquemas jurídicos tradicionales con demostrado éxito.  Ahora, la ley facilita la investigación, permite confiscar bienes y apresar a sospechosos y establece justas penas. Leyes efectivas de lucha contra la corrupción deberán de establecer procedimientos como los de esta experiencia.

Sólo se necesita la decisión del principal protagonista: Estados Unidos.  Ellos son los principales recipientes de dineros corruptos, en donde muchos buscan y encuentran donde blanquearlos.  La nación norteamericana tiene suficiente información para descubrir crecimientos patrimoniales inusitados, viajes sospechosos, inversiones cuantiosas de funcionarios o ex funcionarios latinoamericanos, y destapar la pus de la corrupción.  Si existe una real voluntad de luchar contra este mal, Estados Unidos y la O.E.A. pueden hacerlo, hay que seguir el ejemplo del combate al narcolavado.  Por su lado, Ecuador deberá de realizar esfuerzos para demostrar que no tuvimos una posición cínica en Quito.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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