Microcréditos

Publicada el 23 enero, 2011

El sistema de microfinanzas ideado y plasmado hace cerca de veinte años por el bangladeshí Muhamad Yunus ha tenido una gran repercusión en el mundo, no solo en países menos desarrollados sino incluso en barrios y regiones pobres de naciones ricas.  El sistema se basa en focalizar los pequeños préstamos (entre $200 y $1500 por persona) a mujeres organizadas en grupos corresponsables del cumplimiento del pago.  La teoría es que las mujeres en zonas pobres son muchas veces las responsables del bienestar familiar, y que al estar organizadas en grupos, se apoyan entre ellas incidiendo favorablemente en el éxito de sus emprendimientos.

En Ecuador este concepto tuvo acogida entre personas interesadas en el progreso de los pobres y se organizaron cooperativas y fundaciones que comenzaron a aplicar este sistema de microcréditos.  Paralelamente hace unos años, unos bancos empezaron a dar créditos de producción a pequeños industriales, agricultores y comerciantes.  Como es lógico suponer, otorgar y cobrar estos créditos tiene mayores costos, por economía de escala, que los que se dan a grandes empresas. 

Aunque los intereses de microcréditos superen el 25% anual, estos son muy inferiores que los que cobran los chulqueros, que no solo superan el 100% sino que implican un riesgo mortal  para los prestatarios, pues algunos caen víctimas de sicarios si incumplen los pagos.  El gobierno equivocadamente limitó en exceso el monto del interés legal para pequeños créditos, ocasionando su reducción y el aumento de la ilegalidad y el chulco mafioso.

Con el aparente fin de contrarrestar la disminución de microcréditos del sector financiero privado, el gobierno estableció los créditos de desarrollo humano (CDH), que en un monto superior a los $250 millones en este año, han sido otorgados por el BNF a los que reciben el bono de pobreza.  Se suponía que estos créditos, de alrededor de $800, serian creadores de producción y autoempleo, sin embargo esto no ha ocurrido porque ha faltado método y muchos han usado el anticipo al bono para cubrir necesidades básicas y comprar nuevos celulares o electrodomésticos.  Aunque no existe un estudio del uso que han dado las cerca de 300.000 personas que habrían recibido el CDH, por lo que hemos oído creemos que pocos lo han hecho para iniciar algún emprendimiento.

El gobierno debe revisar las políticas de crédito para las microempresas si espera que el fortalecimiento de estas sea un factor importante del desarrollo nacional.   

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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