Libertad de opinión

Publicada el 27 noviembre, 2014

Hace casi tres años deje de escribir periódicamente en esta columna.  La razón principal fue que estaba iniciando un programa de estudios de postgrado, y eso me tomaría mucho tiempo.  De hecho durante este lapso he estado fuera del país, estudiando o investigando para realizar la tesis planteada, más de seis meses.  Ahora me toca el trabajo de escribirla, y por algún motivo que no entiendo, se me hace difícil hacerlo.  Es como cuando uno deja de hacer ejercicio, o natación, una temporada, y debe retomar la buena práctica física.  Al inicio hay que empeñarse mucho, hasta volver otra vez a la rutina.

He pensado que si me comprometo a escribir regularmente otra vez en esta columna, como lo hice durante casi quince años, podré también avanzar con la tesis propuesta.  Escribir con responsabilidad en una página editorial no es tarea fácil, hay que encontrar un tema propicio, investigar la información existente, contrastarla con diversas fuentes, y redactar con precisión y claridad, cumpliendo los requerimientos editoriales.  Es principalmente el afán de comunicar ideas ejerciendo el derecho a opinar con libertad lo que motiva a los articulistas a dejar otras actividades, incluso el no hacer nada, para dedicar tiempo y pensamiento a escribir sobre temas que muchas veces son controvertidos.  Cuando hay gobiernos autoritarios y leyes que afectan las libertades, estas opiniones, por responsables que sean, pueden también afectar a sus autores, personas y entidades allegadas.

Hace pocos días estuve en una boda en Quito, y algunos amigos, a quienes no veía en tiempos, me preguntaron: ¿por qué había dejado de escribir?  Uno incluso recordaba el título y contenido de un artículo que hice más de siete años atrás. ¡Me sentí halagado!  Pero no pude dar una respuesta satisfactoria a mi continuada ausencia en esta página.  Recuerdo que contesté algo así: “en tiempos de abusos autoritarios y restricciones a derechos como el de opinión, mejor es evitar que al ejercer este derecho, se puedan afectar personas, empresas o instituciones con las que uno está relacionado, incluso al medio que publica los trabajos”.  Luego, a solas, reflexionando sobre mi respuesta, me pareció que era una solapada cobardía, o al menos, una autoimpuesta censura para evitar potenciales problemas.  Y, sinceramente, sentí vergüenza.

Creo que por eso, llamé al jefe de esta página editorial para acordar escribir otra vez con regularidad.  En realidad, hay tanto que comentar que me cosquillean las yemas de los dedos, por no decir me pica la lengua.  El Presidente insiste en establecer la reelección indefinida sin consulta popular, a pesar de que esta práctica ha abierto el camino a dictaduras perpetuas.  La disminución del precio del petróleo continuará puesto que se debe al aumento en la producción de EE.UU., China, Brasil y otros  países, y eso afecta la estrategia de desarrollo nacional.  Las tecnologías evolucionan vertiginosamente y el mundo es cada día más interactivo.  Hay personas dignas de nuestra admiración, en fin, en el planeta ocurren eventos extraordinarios, buenos y malos, sobre los que vale la pena opinar.  Por eso me reintegro como colaborador de esta página editorial. Agradezco a este medio y a los amables lectores por permitirme ejercer el derecho de libertad de opinión.   

       

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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