La Sopa Ecuatoriana
Esta semana no escribo sobre los ataques del Presidente a la liberad de expresión o del auge delincuencial que nos azota, hay que descansar de desgracias nacionales y pensar en cosas agradables, como es la riqueza culinaria de nuestro país.
Una de las características de los ecuatorianos es que somos soperos, tanto serranos como costeños tenemos especial predilección por todo tipo de caldos. Yo la tengo en extremo y eso es una de las cosas que extraño cuando viajo al exterior. Como he recorrido casi todo el país, pensaba que conocía todas las distintas cremas y sopas que se consumen en los hogares del Ecuador, pero hace unos días, un amigo lojano nos invito a saborear una sopa de su provincia que desconocía: el repe, hecho en base a un plátano que se da sobre los mil metros de altura. ¡Exquisito!
Una semana después otra pareja, de origen manabita, nos convido a almorzar un delicioso viche de camarón, plato que contiene maní, maduro, yuca, choclo y otros ingredientes de la costa ecuatoriana. Me hizo recordar los estupendos viches de pescado, cazuelas de mariscos, sudados de concha, y otros muy sabrosos platos que se originan en nuestra riqueza marina y que los pueblos de la costa consumen, seguramente con pocas variaciones desde tiempos prehistóricos.
Mi mujer y yo devolveremos la atención invitándolos a disfrutar una sopa de bola de verde, que en nuestra casa se hace con una vieja receta de doña Felicita, quien trabajo con nosotros hace 36 años, y que brindamos con orgullo cuando tenemos invitados extranjeros. Otras sopas costeñas preferidas en mi hogar, cocinadas con viejas recetas guayaquileñas, son: sancocho de carne o pescado, caldo de torrejas, raspado de verde, crema de lentejas, caldillo de huevos, chupe de pescado, consomé de pollo, extracto de carne y caldo de cabeza de pescado.
El locro de papas es un plato nacional, en Guayaquil suele ser más espeso que en la sierra, se le pone choclo, queso y aguacate. Lo he comido también con chulpi o maíz tostado en Quito y como yaguarlocro en Latacunga.
En Cuenca he comido el delicioso ají de cuy, y en la sierra en general son típicos el arroz de cebada, la sopa de quinua y la de cuero; en la costa campesina el caldo de gallina criolla es infaltable, y muchos guayaquileños se deleitan con los caldos de manguera y de patas.
En ningún hogar faltan cremas y sopas de vegetales, o un buen menestrón con hueso de chancho, pero casi no hay familia ecuatoriana que en Semana Santa no celebren con una laboriosa y suculenta fanesca, hecha de varios granos secos y pelados, zapallo, zambo, maní y bacalao. Se la acompaña con empanadas, humitas y hayacas, un verdadero icono gastronómico que debería declararse patrimonio cultural del Ecuador.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO