¿La Asamblea necesaria?
Según los resultados de las últimas encuestas, parecería que quienes llegarán a la segunda vuelta electoral serán León Roldós y Rafael Correa. Ambos candidatos propugnan cambios constitucionales que acaben con el poder de la partidocracia, verdadero cáncer que carcome la política ecuatoriana; pero difieren en la forma. Roldós plantea convocar una Consulta Popular en la que el pueblo exprese su opinión sobre ciertos cambios que buscan ese objetivo y si el Congreso no actúa aceptando el pronunciamiento del pueblo, entonces se convocaría a una Asamblea para que los haga y se convierta luego en el nuevo Congreso. Correa, en cambio propone llamar a la Asamblea de inmediato, enviando al Congreso recién elegido a su casa.
Los dos caminos tienen ventajas, dificultades y peligros en su ejecución. Las preguntas que haga Roldós pudieran no ser suficientes para lograr el objetivo. El Congreso, elegido con el actual sistema de plancha y troncha, pudiera acatar a medias, continuar en sus puestos y seguir con los viejos vicios. Por otro lado, una Asamblea Constituyente como propone Correa, pudiera ser conformada por los mismos de siempre, o a su vez, como no estaría limitada en su actuación, podría experimentar con cambios innecesarios y perjudiciales para el país.
Lo que está claro es que la mayoría de los ecuatorianos queremos un sistema judicial que esté libre de influencias políticas y que controle la corrupción, partidos que representen las tres o cuatro tendencias que existen y en los que se practique una verdadera democracia, un sistema electoral independiente, fortalecimiento de los gobiernos locales, autonomías regionales y una justa distribución geográfica de los puestos en el Congreso. Por eso, ganará el candidato que convenza a esa mayoría que tiene el liderazgo y las mejores ideas para realizar las reformas que fortalezcan la democracia.
Si la Asamblea fuese la vía por la que se tengan que concretar los cambios, será necesaria una Consulta Popular en la cual se pregunte, además de su convocatoria, los requisitos para ser candidatos, la eliminación de planchas partidistas y la suspensión del Congreso Nacional mientras la Asamblea hace su trabajo. La anterior Asamblea fracasó precisamente porque el Congreso le puso plazos, limitaba y boicoteaba las propuestas que en esta surgían. Para que los actuales miembros de partidos y los independientes tengan iguales oportunidades, todos los candidatos deberán recoger un número determinado de firmas de acuerdo a las poblaciones provinciales, además de tener otros requisitos de idoneidad. León Roldós cree que el trabajo de una eventual Asamblea deba estar limitado a los cambios que el pueblo proponga en una serie de preguntas específicas. Rafael Correa propone que la Asamblea actúe como Constituyente con una posibilidad ilimitada de cambios constitucionales.
Más allá de la preferencia del pueblo entre la personalidad, nivel de madurez y prudencia política de los candidatos, será la voluntad de los electores a que se realicen cambios más o menos extensos y profundos en la Constitución lo que determine el resultado de la próxima elección. En cualquier caso, parece que el poder de la actual partidocracia entró en una franca decadencia sin ningún síntoma de recuperación.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO