Gabriel García Moreno

Publicada el 23 febrero, 2009

A los grandes personajes hay que analizarlos bajo el contexto de las circunstancias históricas en que vivieron.  En mis estudios colegiales conocí a García Moreno como un ferviente católico que impulsó el desarrollo físico y social de la República.  Posteriores lecturas de biografías me revelaron la imagen de un tirano sanguinario que quiso entregar la Patria a extranjeros.  Sin duda, mucha de la controversia sobre la vida y obra del emprendedor Presidente se inició con los excesos de sus panegiristas, que como el francés Alfonso Berthe, lo retratan como mártir digno de los altares.

Acabo de leer la obra del historiador Peter Henderson, publicada en 2008 por la University of Texas Press, cuyo titulo en español es: “Gabriel García Moreno y la Formación del Estado Conservador en los Andes”, en la que el norteamericano hace un equilibrado estudio sobre este forjador de la nacionalidad ecuatoriana.   Luego del análisis de abundantes fuentes y sin la carga ideológica de algunos autores nacionales, llega a interesantes conclusiones que sin dejar a un lado aspectos conflictivos de su personalidad, engrandecen la figura de García Moreno.  Otros extranjeros como el argentino Manuel Gálvez y el también estadounidense Richard Pattee, escribieron en 1941 y 1942 interesantes obras sobre el líder ecuatoriano en las que no lo santifican ni lo pintan como demonio.   

García Moreno subió al poder luego de una guerra civil que pudo causar la disolución de nuestra joven nación, si se dividía en tres o cuatro pequeños estados, estos eran proclives a ser absorbidos por Perú y Colombia.  Esa circunstancia obligó al ejercicio de un gobierno firme con un centralismo arrollador que acabó con los afanes federalistas de cuencanos y guayaquileños, la creación de nuevas provincias como Cañar y Los Ríos tenía el objeto de mermar el poder regional y la alianza del mandatario con la iglesia se fundamentaba en el poder aglutinador que en el país, él con razón, le atribuía al catolicismo romano.  Ni los detractores del “santo del patíbulo”  niegan la inmensa labor por él emprendida para mejorar la educación en todos los niveles y la gran obra pública, tanto en vías como en edificios, que fortalecieron a la nación.

Es cierto que García Moreno cometió terribles excesos contra sus enemigos, pero esos también debe analizárselos comparándolos con  prácticas de la época.  Nos guste o no el carácter tiránico del líder conservador, debemos admitir que sus administraciones gubernamentales hicieron realidad el proyecto nacional.

En los últimos años, Don Gabriel ha tenido un trato muy injusto, novelas que se han plasmado en películas lo denigran como mordaz asesino, lascivo adultero e hipócrita tirano.  Es necesaria la lectura de obras de investigadores ilustrados y desapasionados para entender la real dimensión de nuestros grandes personajes históricos.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

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