Extravagancias y constituyentes
La mayoría de ecuatorianos queremos que la Constitución en la que esta trabajando la Asamblea Constituyente sea mejor que la actual y que permita fortalecer a la libertad y la democracia en el país. Esta debe ser clara, concebida en base a principios generales que busquen el bienestar ciudadano a través del progreso nacional. Si esto no es así, el trabajo de los asambleístas pudiera no ser aprobado por la nación, o peor aún, que tengamos otra Constitución de estilo personalista, como tantas otras anteriores, que termina siendo de corta duración.
Desafortunadamente algunas decisiones y propuestas salidas de la Asamblea de Montecristi no nos auguran un buen resultado en este nuevo proceso de reforma constitucional. En el mandato minero recién aprobado prima un medieval fundamentalismo ambiental. Pretender que la nación no utilice su riqueza minera, desaprovechando la oportunidad de trabajo, educación y salud que esta le brinda a muchos ecuatorianos, es una insensatez. En cualquier explotación de recursos, agrícolas, forestales, petroleros, industriales, pesqueros o mineros, el estado debe proteger la naturaleza y su preservación, eso lo debe hacer con controles efectivos y firmes en cada caso.
Hay que ser realistas, nos guste o no, la gran y mediana minería es más fácilmente controlable y tiene más recursos para aplicar adelantadas técnicas de explotación que evitan daños ambientales que pequeños capitalistas. Se puede crear una gran empresa nacional que compita con las extranjeras, pero la realidad en la explotación e industria petrolera de nuestro país es que estatal Petroecuador es menos eficiente y más contaminante que las privadas. Es asunto de leyes y sistemas que garanticen competencia y contratos justos para el estado, con adecuados controles que obliguen el cumplimiento de estrictas normas ambientales, fiscales y sociales.
Por castigar a algunos malos empresarios que hubieran generalizado el uso de sistemas de contratación laboral, necesarios para crear trabajo y bienestar, se “manda” eliminarlos generando desempleo. ¡Vivan los extremos! No solo nos preocupan estos dañinos “mandatos” fundamentalistas, que si se aplican, pueden afectar el desarrollo social y económico de la nación. Hay propuestas extravagantes que caen en una inaudita y superficial ridiculez. La primera vez lo leí por Internet por qué estaba en el extranjero, ¡Creí que era una broma de la prensa! ¿Incluir el derecho al gozo sexual de la mujer en la Constitución? ¡De eso están hablando en la Asamblea!
Con perdidas de tiempo en tonterías como esta y arranques fundamentalistas “atrasapueblos” el proyecto no estará terminado antes de fines de mayo como pretendían miembros del gobierno. ¡Quizá será mejor así! Habrá más tiempo para reflexionar. Incluso muchos cristianos podremos hacer oír nuestra voz para que no se utilicé el nombre de Dios en vano en este nuevo texto constitucional; pretensión que atenta además contra la tradición laica que desde la revolución alfarista es parte del estado nacional.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO