Dogmatismos vs. Desarrollo
Las políticas fundamentalistas inciden negativamente en el desarrollo de los pueblos. Ésto se confirma cuando analizamos el caso de la industria hidrocarburífera ecuatoriana, en donde las políticas aplicadas han ido de un dogmatismo extremo a otro y la única constante ha sido la corrupción, de modo que nuestro país no ha aprovechado todas las ventajas de esta inmensa riqueza para beneficiar al pueblo ecuatoriano.
A mediados de los setenta, el estado inició su participación directa en la explotación petrolera eliminando la inversión extranjera, expulsamos sin indemnización a la empresa ADA que estaba por iniciar la explotación del gas del golfo luego del éxito en las exploraciones. Todavía ahora, treinta años después, no podemos aprovechar a cabalidad esta riqueza y estamos por importar el gas explotado por Perú en el sur del Golfo de Guayaquil. Gran parte de este mal resultado se debe al afán estatizante. A fines de los ochenta se firmaron contratos con empresas privadas, por estupidez o mala fe se contemplaron protecciones para éstas si el precio bajaba, pero no beneficios para el estado en caso de que éste se elevara. Es un ejemplo del dogma neoliberal recalcitrante aplicado sin transparencia.
Los paradigmas sindicalistas proclaman que derechos laborales adquiridos son inalienables e irreversibles, aunque contratos colectivos se hayan firmado por medio de chantajes a, o irresponsabilidad de, autoridades y funcionarios pusilánimes y corruptos. Estos fundamentalismos tienen destruida a Petroecuador, así como a muchas empresas y organismos estatales. Por cierto que a la petrolera estatal la afectaron las tendencias privatizadoras que pretenden destruirla cortándole recursos para su desarrollo. Aunque empresas privadas como la Oxy, Repsol, entre otras, manejen el aspecto ecológico con probidad y eficiencia (algo que he constatado), radicalismos de los “verdes” europeos se oponen a nuevas exploraciones engañando vilmente a ingenuos lugareños.
Ricos campos hidrocarburíferos ecuatorianos no se aprovechan aún cuando los precios están tan altos debido a dogmas insensatos y destructivos. Ahora que con el nuevo oleoducto tenemos capacidad para evacuar del oriente más de ochocientos mil barriles de petróleo, sólo salen quinientos mil, a setenta dólares el barril desaprovechamos 21 millones. ¡Diarios!
Nuevos fundamentalismos nacen afectando a los ecuatorianos. Ahora con reformas a la ley que disminuyen inequidades y la voluntad de las empresas a negociar con esas nuevas reglas, se quiere estigmatizar el proceso con la creencia de que la caducidad por errores administrativos no es negociable, ¿o será un paradigma antiamericano? Si el estado y la empresa Oxy negocian un contrato que respete la ley, aclare y elimine pretensiones de exoneraciones tributarias y contemple justas indemnizaciones, llevarlo a cabo es lo conveniente y acertado. Lo contrario implicaría pagar elevadas compensaciones, retrasar el aprovechamiento de nuestros recursos y convenios comerciales necesarios, alejar a la inversión extranjera y demorar el desarrollo nacional. El estado tiene derecho a hacer lo que más le conviene y el gobierno la obligación de tomar las decisiones. ¡Basta ya de dogmas que retrasan el desarrollo de nuestro pueblo!
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO