Después del Referéndum
Como escribo este artículo antes de saber el resultado del referéndum realizado el día de ayer, solo puedo presumir que tras la multimillonaria campaña del gobierno para favorecer el proyecto de constitución elaborado por asesores extranjeros con la aquiescencia de los asambleístas de Alianza País y grupos aliados en Montecristi, o viceversa, este habría sido aprobado con mayoría.
El alto precio del petróleo y la ligereza con que el gobierno expende los ingresos generados por este recurso, tanto en el reparto de bonos, prestamos y subsidios, como en la iniciación de obras y trabajos, generalmente contratados sin el debido proceso licitatorio usando la excusa de múltiples emergencias, ha contribuido al aumento de circulante y la sensación de bonanza económica, atrayendo así el voto de muchos ciudadanos favorecidos con el dispendio gubernamental.
Otros han sido atraídos con las maravillosas promesas incluidas en el proyecto, a pesar de que para hacer realidad estas ofertas no se necesita una nueva constitución, sino suficientes recursos económicos; y le han restado importancia a los errores, barbaridades y la poca democrática concentración de poder que tiene el texto sometido a la aprobación popular.
La alta votación desfavorable al proyecto, a pesar de tanta oferta y propaganda política, refleja que existen muchos ecuatorianos de todas las regiones y todas las edades que estamos dispuestos a confrontar los afanes totalitarios del Presidente y su buró, y como dice Carlos Vera en su diurno programa: “dispuestos a no callar y vencer el miedo”, refiriéndose a posibles represalias o insultos del mandatario contra quienes opinan diferente o se oponen a sus consignas de un socialismo del siglo XXI. Filosofía que nadie entiende completamente, pero que se perfila parecida al nacionalsocialismo europeo del siglo XX.
Ojala que al Presidente Correa le haga reflexionar esas voces de rechazo y que cambie las actitudes que buscan confrontar a ecuatorianos, cuando lo que necesitamos es trabajar juntos para crear riqueza, aumentando la producción y disminuyendo el desempleo y la pobreza. Ese discurso perverso que crea falsas expectativas, ya esta generando injustas y perjudiciales invasiones de tierras por parte de los mismos organizadores de siempre, respaldados ahora con la bandera del partido de gobierno.
El resultado del referéndum debe también ser un mensaje para los ciudadanos que queremos un país verdaderamente democrático, para lo cual es fundamental que se formen agrupaciones políticas amplias que reflejen las tres o cuatro tendencias posibles y se descarten los movimientos personalistas, que impiden la madurez republicana de nuestro país. Si esto no ocurre, pasaremos de un personaje que se cree dueño del país a otro, sin lograr constituirnos en una republica con sólidas instituciones democráticas.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO