Corsi e ricorsi
La gran crisis en el mercado de valores de las naciones más desarrolladas parece ser la punta del iceberg de una recesión económica que se esta iniciando en el mundo y ocurre luego de un largo periodo de expansión en esos países, que ha tenido evidentes excesos de gastos fiscales, falta de control en las operaciones financieras y exuberantes despilfarros personales y empresariales.
Este aparentemente severo cambio en las perspectivas económicas mundiales nos hace recordar la teoría de la evolución de las civilizaciones enunciada por Juan Bautista Vico a comienzos del siglo XVIII. Según esta los pueblos pasan por distintas etapas (corsi) que modelan toda la actividad humana hasta llegar a una decadencia, que conduce a la reiniciación del proceso (ricorsi), pero en un plano distinto y superior. Esta teoría explica el fenómeno que esta ocurriendo en el mundo financiero internacional y también los periodos de desarrollo y estancamiento que experimenta Latinoamérica y Ecuador de década en década.
Aunque el filosofo napolitano Vico expuso su teoría hace casi trescientos años, en los cuales ha sido probada en repetidas ocasiones, pocos gobernantes tienen la sapiencia para controlar los excesos durante las etapas del “corsi” y disminuir así los efectos negativos del “ricorsi”. El caso de los Estados Unidos es dramático, el propio gobierno impulso el crédito hipotecario con bajísimos intereses y minúsculas cuotas de entrada, lo cual provocó una “burbuja” especulativa inmobiliaria que explotó hace dos años y recién ahora esta mostrando sus catastróficos efectos.
En Ecuador hace una menos de una década tuvimos una grave crisis financiera, provocada por créditos bancarios sin suficiente respaldos, abusos de accionistas y ejecutivos, falta de controles eficaces y efectos naturales perniciosos que terminaron afectando a toda la población, culpables e inocentes, con tremendas perdidas de ahorros y empleos. Igual sucedió en otros países de Latinoamérica, sin embargo, los excesos de liberalidad que provocaron estas crisis, no fueron evitados sino estimulados en los Estados Unidos, cuya inminente recesión está arrastrando a otras economías.
Los precios de hidrocarburos, minerales, flores, banano, camarón, caerán irremediablemente, las remesas que envían nuestros compatriotas y la cantidad de turistas que llegan al país también, afectando nuestro desarrollo económico y social. Mientras más se demore el gobierno en reaccionar, más grave serán los efectos negativos que debamos sufrir. Llego la hora de cortar despilfarros burocráticos, superflua e innecesaria propaganda, abundantes subsidios y obra pública improductiva y sobrevalorada. Vivir con lo que tenemos sin hipotecar el futuro. Ojala nuestro mandatario tenga la madurez para hacerlo dejando a un lado nefastas demagogias.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO