Comités de Seguridad Ciudadana
Muchos lectores pensaran que estoy obsesionado con el tema de seguridad ciudadana, al cual me he referido en dos ocasiones en recientes artículos, pero es que lo estoy. El miércoles pasado me dirigía a almorzar a mi casa en la ciudadela Urdesa de Guayaquil cuando observé un hombre recién muerto acribillado a un lado de la calle; policías, familiares y curiosos conversaban en grupos mientras agentes dirigían el transito. Pregunté más adelante, un hombre salió de la casa y dos peatones, seguramente sicarios, le dispararon a mansalva y huyeron en un vehiculo que los esperaba a la vuelta de la esquina. La violencia, que antes se veía en la crónica roja, esta al pie de la esquina, aún en el tradicional barrio en que vivo.
La inseguridad en Guayaquil y otras ciudades ecuatorianas llega a niveles intolerables, asaltos en casas y locales comerciales son frecuentes, si uno se embarca en cualquier taxi o maneja con descuido corre un alto riesgo del secuestro “express”, sin embargo, la policía dice que no han aumentado los crímenes, sino en el caso de homicidios. Estadísticas erradas, porque mucha gente, cuando no hay muertos ni heridos, prefiere no denunciar los delitos por miedo a represalias de los avezados victimarios.
Cuando en anteriores ocasiones, debido a crisis económicas y aumento de desempleo, se produjeron auges delincuenciales que fueron quizá tan graves como el actual, se establecieron comités de seguridad ciudadana para controlarlos. A mí, como Gobernador del Guayas, me tocó presidir uno hace una década. Estaba conformado con representantes de la Policía Nacional, Comisión de Tránsito, Policía Metropolitana, Cuerpo de Bomberos, Defensa Civil y de las tres ramas de las Fuerzas Armadas. Se coordinaba patrullajes conjuntos en toda la provincia especialmente en los sectores más vulnerables, a pesar de que eran épocas de grandes falencias económica pues el precio del barril de petróleo apenas superaba los diez dólares, se conseguían los recursos; se coordinaba con la Corte Superior de Justicia para evitar que salgan libres criminales por pasar más de un año sin sentencia; con dificultad se buscaba cubrir las deficiencias del sistema penitenciario. En fin, estos esfuerzos conjuntos ayudaron a combatir el aumento desmesurado del hampa, porque la inseguridad ciudadana solo puede ocasionar el circulo vicioso de más desempleo y más delincuencia.
Creo que, en vez de estar pensando en comités de defensa de la revolución, el gobierno debería de organizar comités, en coordinación con gobiernos locales y provinciales, que tomen medidas para promover la seguridad ciudadana. Debería también aplicar acciones que permita aumentar las actividades productivas, agrícolas, industriales, comerciales y de servicio, para generar miles de plazas de trabajo y evitar que desesperados ciudadanos engrosen las bandas delincuenciales.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO