Chávez o no Chávez
Con la “S” delante, así decíamos en la escuela cuando alguien con ese apellido pasaba a dar la lección. Hoy en el Ecuador y en otros países de Latinoamérica esa frase significa la división radical entre los que quieren al Presidente de Venezuela con ese nombre y los que lo odian. Algo parecido sucede en el mundo con los que aborrecen al Presidente de los Estados Unidos y los que creen que es el mejor defensor contra el terrorismo. Lo grave de esas extremas maledicencias es que algunos llevan la bronca para con el país entero del mandatario en cuestión y se oponen a negociar siquiera acuerdos comerciales que van en directo beneficio de nuestros pueblos.
Los acuerdos de libre comercio, si están bien negociados, deben tener el objetivo de aumentar la oferta ecuatoriana de empleos para acabar con esta verdadera diáspora que azota a las familias ecuatorianas desde hace casi una década. Nos pareció que se estaba realizando una buena negociación del tratado comercial con el principal comprador de nuestro país, sobre todo después de que los norteamericanos cedieron con criterio de equidad en los productos lácteos; por lo que ha quedado el proceso muy avanzado aunque falta llegar a soluciones justas y provechosas en algunos productos críticos. Sin embargo, por declararse enemigos de Bush, líderes indígenas se oponen a este TLC, que aumenta el trabajo en campos de flores, brócoli, hortalizas, frutas y vegetales, donde viven en ocasiones con miseria, sus incautos representados.
Tenemos una situación absurda y perniciosa por la incapacidad de nuestra industria petrolera: exportamos petróleo barato y compramos combustibles caros afectándose nuestras posibilidades de desarrollo. El presidente de una hermana nación bolivariana nos propone un acuerdo de refinar parte de nuestro petróleo en su capacidad industrial ociosa a precios convenientes, y neoliberales extremistas se ponen de luto y se aterran ante un incremento comercial con un país dirigido por quienes creen que es más malo que el propio diablo porque enfrenta con sorna al líder norteamericano.
Más allá de nuestras antipatías y desagrados a mandatarios nacionales o extranjeros, la razón, el respeto, la justicia y el provecho ciudadano deben primar cuando asumimos posiciones políticas, aún cuando sean gremiales o de grupos sociales. Al plantear políticas nacionales debemos acordar que objetivos principales son la reducción de la pobreza, de la ineficiencia estatal, de la falta de empleo; si para esto nos conviene terminar exitosamente las negociaciones de un TLC con los Estados Unidos y tranzar beneficiosos acuerdos comerciales y de inversión petrolera con Venezuela, debemos hacerlo.
Ecuador debe establecer políticas estatales para aspectos internos e internacionales transcendentales. El proceso de globalización que se impone en el mundo actual es una oportunidad de progreso para las naciones que lo saben afrontar. Chile es una nación hermana que le está sacando provecho al lograr acuerdos comerciales con muchos países; el Ecuador debe acoger este proceso sin complejos de inferioridad ni trabas ideológicas perniciosas. Así mismo, si nos es provechoso llegar a fraternales convenios con Venezuela, no nos debe importar si Chávez tiene o no actitudes totalitarias o que se burle de Bush y sus políticas y actitudes imperialistas.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO