«Capitán Araña»

Publicada el 18 julio, 2009

La salida de Abdalá Bucaram no estuvo constitucionalmente justificada, peor aún el que no fuera sustituido por Rosalía Arteaga, su vicepresidente.  Fue un golpe militar organizado por Lucio Gutiérrez el que derrocó a Jamil Mahuad.  Cuatro años después, los militares le quitaron el respaldo a este cuando unos cuantos “forajidos” hacían alboroto en la capital, uno de ellos fue nombrado ministro del Presidente Palacios cuando este lo sustituyó.  En todos estos ilegales cambios de mando, la llamada partidocracia tuvo mucho que ver.

El golpe de estado contra el Presidente hondureño Zelaya ocurre luego de que este desafiara a todas las instituciones desacatando la constitución de ese país, al intentar establecer la reelección presidencial, política proscrita en ese país centroamericano por nefastas experiencias del pasado.  El Congreso, la Corte Suprema y las Fuerzas Armadas de Honduras, decidieron que el apoyo incondicional por parte de Zelaya a las políticas del socialismo del siglo XXI que impulsa el Presidente venezolano Hugo Chávez, atentaban contra la soberanía de su país y lo destituyeron con la acusación, entre otras, de traición a la patria.  Esa destitución no es justificable, peor aún la burda y apurada expulsión de Zelaya de Honduras, como tampoco lo fueron las destituciones de Bucaram, Mahuad y Gutierrez en Ecuador.

¿Que hubiera pasado si días después de ocurridos los hechos en Ecuador, unos presidentes extranjeros hubieran pretendido restituirlos en el poder?  Seguramente hubieran hecho el penoso papel que Lugo, Fernández y Correa hicieron hace pocos días, intentando forzar el retorno de Zelaya al cargo de primer mandatario de Honduras.  Es difícil  entender que llevó a los presidentes de Paraguay, Argentina y Ecuador, a descuidar las importantes funciones en sus países para hacer sendos periplos aéreos con tan pocas posibilidades de éxito.  Seguramente pensaron  distraer la atención de sus ciudadanos de los problemas económicos, personales y familiares que cada uno de ellos tiene en sus respectivos países, pero mucho se dice que obedecían los deseos del Presidente Chávez, que ve con verdadero disgusto que su perspectiva de una gran asociación de países bolivarianos, recientemente incrementada con el ingreso de Ecuador al ALBA, se menoscabe con la salida de Honduras.

Claro que Hugo Chávez es más perspicaz que sus lugartenientes, pues intuyendo el aparatoso fracaso de la iniciativa, y a pesar que el mismo fue el que la impulsó, se quedó al margen de ella, mirando los toros de lejos.  Por eso está bien el calificativo de Capitán Araña que algunos medios de comunicación y líderes de opinión le han dado al Presidente venezolano.  Quizá sus obsecuentes imitadores harían bien en observar una mayor prudencia antes de prestarse a desafortunados papelones internacionales.

Dr. Benjamín Rosales Valenzuela

Publicado en: Diario EL COMERCIO

Déjanos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *