Ataque preventivo
Parecería que el Presidente de los Estados Unidos está decidido a lanzar un ataque masivo a Iraq con el declarado objetivo de defenestrar al líder de ese país. Considera él que Saddam Hussein amenaza intereses americanos con la posesión de armas prohibidas que además pudiera proveerlas a grupos terroristas. Tan solo apoyan al Presidente Bush en su afán belicista el primer ministro inglés Blair y los líderes de España e Italia, Aznar y Berlusconi. La mayoría de los pueblos del mundo y sus líderes apoyan el proceso de inspecciones de la Naciones Unidas, que por otro lado ya están dando los resultados de desarme que se esperan por parte de Iraq.
George Bush ya ha ordenado costosos aprestos para iniciar los ataques al país árabe y, aunque tiene la esperanza de recibir el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ha manifestado que estaría dispuesto a lanzarse a la guerra aún sin este aval. Es tan apresurada la intención de Bush, que muchos analistas de su país y del mundo entero consideran que hay otros objetivos detrás de la posible acción bélica entre los que mencionan los siguientes: obtener para los Estados Unidos control de la producción petrolera iraquí, asegurándose el abastecimiento de energía y el manejo de su precio; consolidar la supremacía norteamericana de la región ante la arremetida de la zona económica del euro; derrocar al presidente iraquí, lo cual no fue logrado por su padre en la primera guerra del golfo Pérsico.
Algunos voceros del gobierno de Bush han expresado que otro objetivo de los planes de anunciada guerra sería el de iniciar un proceso de evolución democrática en los países árabes. Sería muy grave que esto último fuera cierto, pues si bien los gobiernos democráticos son lo común y tienen éxito en las naciones occidentales, ningún país tiene derecho a emprender una cruzada para imponer esta ni ninguna otra doctrina en otros estados, peor aún a costa de masiva destrucción y miles de muertes de civiles y militares. Una cruzada de esta naturaleza emprendida por uno o más países de cultura judeo-cristiana contra otros islámicos puede hacernos regresar a las guerras religiosas de hace cientos de años. Lo importante para la paz en el medio oriente y en el mundo es solucionar los problemas derivados de la ocupación israelí de territorios palestinos y del terrorismo inmolatorio de los últimos en vez de abrir nuevos frentes de conflicto con imposición de doctrinas.
Todo parece indicar que el Consejo de Seguridad de la O.N.U., con la votación mayoritaria y de al menos dos de los miembros con derecho a veto, negaría al presidente Bush la autorización para que cumpla con sus intenciones. También parece que el gobierno de los Estados Unidos estaría dispuesto a lanzar su guerra de todas maneras. Ni la invocación papal parece afectar la determinación de George Bush y sus acólitos. Sólo los congresistas del gran país del norte y sus ciudadanos, a través de la opinión pública, podrán impedir el despropósito de que se imponga la idea de guerra preventiva con impensables consecuencias y se destruya uno de los fundamentos de las Naciones Unidas, el cual es precisamente evitar que ocurran estas arbitrariedades.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO