Tiempo de reconciliación
Luego de leer declaraciones de la estudiante mexicana Lucia Morett y del Ministro colombiano, Juan Manuel Santos, podemos entender la extrema reacción del Presidente Correa ante el ataque de las FF.AA. de Colombia a los guerrilleros de la FARC acantonados en nuestro territorio.
El 3 de marzo se publicó en “El Universo” una entrevista a la joven azteca, en la que dice que ella considero seguro ir a un lugar del que se le dijo era “campamento diplomático”. Ella describe la crudeza del episodio: “Lo que si pude ver fue como disparaban, gente que pedía ayuda y a la que se remato”, después de bombardeos y ametrallamientos, que demuestra la sanguinaria y despiadada forma del conflicto en el vecino del norte. Dijo que las tropas colombianas “estuvieron más de doce horas y les dio tiempo de mover a su antojo, hacer y deshacer”, lo que indica el retraso de nuestras fuerzas en llegar a Angostura, luego de que guerrilleros y sus visitantes fueran masacrados. Suficientes razones para la indignación de Correa y la sospecha de complicidad, con uno y otro bando, de sus subalternos.
Por otro lado, el Ministro Santos, con una desfachatez inconcebible, justificó el ataque en territorio ecuatoriano, por el derecho de Colombia de “golpear terroristas” aunque estén en un tercer país. A pesar que luego Uribe haya desautorizado esas declaraciones, es evidente que ese viciado concepto, usado por el gobierno de Bush para invadir Afganistán e Irak, lo utilizó el gobierno colombiano para perpetrar el operativo en Ecuador. Luego del dislate electoral de Santos, él ha tenido que rechazar públicamente ese concepto en la reunión de Ministros de Defensa latinoamericanos en Santiago.
Hace un año llegamos a la ruptura de relaciones con Colombia, esto no ocurrió ni cuando las fuerzas armadas de Ecuador y Perú se enfrentaron en dramáticas ocasiones. Desde entonces, Colombia esta intentando restablecer control en sus fronteras como exige el gobierno ecuatoriano, pero aun esta lejos de lograrlo. Ecuador hace arduos esfuerzos para que el cáncer de la narcoguerrilla no se filtre y se instale en su territorio, por eso el Presidente Correa debe impulsar las investigaciones sobre las relaciones de narcotraficantes y las FARC con el ex funcionario Chauvin, así como las del ex Ministro Larrea con Reyes, pues no cabe que Ecuador permita que se establezcan sitios como el que Lucia Morett creía, era un campamento diplomático de paz.
Luego de un año de los terribles acontecimientos de Angostura y sus insólitos antecedentes y consecuencias, es hora de un acercamiento entre los mandatarios para evitar que algo semejante vuelva a ocurrir, que se compensen los terribles efectos del conflicto colombiano en Ecuador y se restablezca la colaboración interestatal entre dos naciones hermanas que atraviesan tiempos críticos. Solo Uribe y Correa podrán resolver esta peligrosa situación.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO