Embajadores que brillen
La Cancillería ecuatoriana ha venido evolucionando positivamente en las ultimas décadas. Sin duda la Ley Orgánica del Servicio Exterior y su Academia Diplomática esta produciendo profesionales bien preparados. Como en cualquier profesión, la carrera no puede garantizar que todos su miembros brillaran por su excelencia, pero lo que si nos debe garantizar es que no resalten por torpes e insensatos. Por eso, la carrera diplomática debe ser respetada. Las excepciones que se dan, como así deben de darse, están para que los mandatarios nombren a ecuatorianos que han tenido éxito en diferentes campos de la vida y hagan brillar sus cualidades en los países en los que nos representan, o a los que se han preparado para ello y pueden servir al país con eficiencia.
Generalmente, esto es lo que sucede, por eso, importantes ecuatorianos nos han representados en el exterior. Ex presidentes como Galo Plaza y Sixto Duran, brillantes escritores como Leopoldo Benítez y Alfredo Pareja, importantes políticos y periodistas como Benjamín Carrión y Honorato Vásquez, honestos y exitosos empresarios como Luis Orrantia y Miguel Espinoza, y muchos otros ilustres ecuatorianos de todo el país y de todos los tiempos que, con dignidad, capacidad, educación y carisma han hecho que la imagen y los intereses de los ecuatorianos queden bien en alto.
Bochornosos eventos como el que ha propiciado el teniente coronel de policía retirado, con deficiente hoja de servicio, que nuestro Presidente Gutiérrez envió como Embajador del Ecuador ante el Gobierno y pueblo de Argentina jamás ocurrirían si se respetara la Ley. Tampoco hubiera sucedido este criminal papelón si se hubiera respetado la negativa inicial de la nación amiga de rechazar el beneplácito a quien no consideraban calificado, circunstancia de por sí vergonzosa que denota la falta de criterio utilizado en el mentado nombramiento.
El señor Presidente nos ha dicho al final de su primer año de gobierno que ha aprendido de sus errores, que éstos se han dado por su falta de experiencia y que esta situación va a cambiar. Esperamos, por el bien de la estabilidad democrática del país, que esto sea cierto. Ojalá que el Presidente entienda que no se puede gobernar eficientemente con agnados y cognados, amigos y compinches. El nepotismo no solo es inmoral sino dañino al país, a su imagen y a su desarrollo. Para que la nación progrese, se debe nombrar funcionarios públicos que brillen por su experiencia, honestidad y sensatez.
La Cancillería ha respondido con rapidez destituyendo al mentecato enviado como representante ecuatoriano a Buenos Aires. Debe también proponer al Congreso Nacional cambios legales que fortalezcan al servicio exterior y que eviten que ocurran tales nombramientos. El Presidente debe entender que en el ejercicio de la Función Pública no existen compromisos electorales ni familiares. Para hacer un buen gobierno debe de escoger a personas con meritos comprobados y reconocidos por la opinión pública.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO