¿La Corrupción en jaque?
A veces tengo la esperanza de que crezcan en nuestro país fuerzas valerosamente dispuestas a luchar contra el “estado de corrupción” que corroe la moral de muchos ecuatorianos y la posibilidad de superación de los más pobres. Además de respetados periodistas y contados políticos, en los últimos meses se han venido juntando en importantes funciones públicas del Ecuador personas que se perfilan decididos a enfrentar las garras de este mal que nos pudre y nos atrasa.
La Sra. Elsa Romoleroux de Mena viene realizando un cambio de incomparable trascendencia en la cultura tributaria de los ecuatorianos. En los últimos tres años el crecimiento de las recaudaciones ha sido mayor que las mejores expectativas gracias a un trabajo profesional y persistente que está logrando generalizar en el país el pago del IVA. De persistir en su empeño, lo propio ocurrirá con el impuesto a la renta y, si logra formar un equipo con la misma efectividad y eficiencia que el que la acompaña en la cobranza del impuesto a las ventas, también tendrá éxito en limpiar las Aduanas de las mafias que tradicionalmente las han violado y en mejorar las recaudaciones arancelarias.
A pesar de ser una institución novel y por ende todavía imperfecta debido a la poca experiencia que tiene, la Comisión de Control Cívico de la Corrupción viene señalando casos donde hay síntomas de podredumbre, impulsando investigaciones necesarias para esclarecer presunciones y orientando a la opinión pública y a las autoridades fiscales y judiciales para que cumplan su función. Existe en el Dr. Ramiro Larrea Santos y en la C.C.C.C. un sincero afán de buscar la verdad sin temor ni favor en las denuncias de corrupción, que debe estar acompañado con una mayor capacidad investigadora e incluso con el poder de actuar como fiscalía especial para incrementar su efectividad en beneficio de la justicia.
La crisis bancaria-financiera que tan profundamente afectó a la economía de todos los ecuatorianos desnudó la realidad moral de algunos líderes empresariales. Hasta hace pocos meses parecía como si la impunidad fuera a ser la tónica del epílogo del desastre financiero, que afectó principalmente a los pequeños y medianos ahorristas y a la credibilidad, no sólo de la banca nacional, sino del mismo Estado ecuatoriano. Sin embargo, el Dr. Patricio Dávila Molina, desde el AGD, viene realizando durante las últimas semanas acciones judiciales que pudieran significar un cambio en la perspectiva de librar de culpas a banqueros y deudores sinvergüenzas que han arrasado con nuestra economía. ¡Adelante con toda acción legal que castigue a los culpables y resarza a la Nación, aunque sea en parte, por los daños incurridos!
No tengo el gusto de conocer al recientemente elegido Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Armando Bermeo Castillo, pero sus primeras actuaciones y sus declaraciones públicas han despertado en mí, y creo que en muchos conciudadanos cansados de la falta de acuciosidad y espíritu justiciero en las Cortes ecuatorianas, una luz de esperanza que nos permite vislumbrar un futuro en el cual se castigue a los corruptos. Esta es la única forma de combatir con éxito el cáncer de la corrupción, mal que afecta con más fuerza a los más pobres, ya que ellos son los que deberían recibir beneficios del Estado con dineros que se dilapidan y benefician a unos pocos avivatos. En efecto, el Dr. Bermeo ha anunciado que se realizará una auditoría especial para calificar la idoneidad de los jueces; paso necesario para depurar las Cortes de corruptos que impiden que haya justicia en el estado ecuatoriano.
Muchas otras acciones son necesarias para poner en jaque a los corruptos o al menos para disminuir su accionar. Sería importante que los Estados Unidos apliquen, en efecto, la política anunciada por el secretario adjunto para América Latina del Departamento de Estado de que ese país le retiraría la visa a los corruptos latinoamericanos, muchos de los cuales se refugian en Miami gozando de millones de dólares malhabidos. Ojalá que los extraditen con los millones robados. También es necesario emprender una campaña educativa y moralizadora en toda la ciudadanía para cambiar la morbosa actitud de aceptar a los corruptos si hacen obras o si son amigos. Los corruptos merecen el desprecio de los ecuatorianos que quieren el progreso del país.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EXPRESO