Unidad Nacional
Con ese nombre se conoció originalmente al puente que se construyó a partir de 1968 y que unió Guayaquil con la otra ribera del Guayas en la entonces parroquia Eloy Alfaro (Durán). La vía se la hizo a través de la puntilla que se forma en la unión de los ríos Daule y Babahoyo, y permitió además de reemplazar el viejo sistema de gabarras que comunicaban al puerto con el este y sur del país, iniciar el desarrollo de la punta de Samborondón.
El puente fue contratado por el Comité de Vialidad del Guayas y financiado con los peajes obtenidos luego de su apertura. Recuerdo que un pariente quiteño, quien vivía en Texas, me decía en 1969 que con el escaso tráfico que existía –sostenía que en el parqueadero de la Universidad de Houston había más carros que en todo Guayaquil- este no se pagaría nunca. Sorpresa fue para todos cuando el pago al consorcio italiano se concretó antes del tiempo pactado. Sin duda la construcción del puente fue un acierto que aceleró el desarrollo de Ecuador a partir del setenta.
Muchos contribuyeron para que el puente de la Unidad Nacional fuese realidad. Como proyecto se concibió en la administración de Camilo Ponce con la alternativa sur que llegaría directamente al puerto marítimo. Posteriormente se escogió la ruta norte, esta se adjudicó en el gobierno de Clemente Yerovi, se contrató y empezó a construir durante el de Otto Arosemena y se termino durante la última presidencia de José María Velasco. Hubo el impulso de muchas autoridades y ciudadanos de la región, entre los que se destacó Rafael Mendoza Avilés, por lo cual, años después se le puso su nombre al puente.
Treinta años después los cuatro carriles no eran suficientes. Por eso se contrató el tercer puente, para aumentar a cinco carriles por lado el tramo más traficado, aquel entre Samborondón y Guayaquil; y reparar integralmente al original que estaba desgastado y mal tenido. Al tercer puente so lo llamo Carlos Pérez Perasso en homenaje al empresario periodista que falleciera meses antes de la inauguración.
Ahora con la terminación del cuarto puente surgió una innecesaria controversia sobre los nombres. En vez de bautizarlo con otro nombre y merecidamente llamar al conjunto vial “Unidad Nacional”, injustamente se les quitan las denominaciones a los tramos que ya las tenían.
Unidad Nacional es lo que deberíamos buscar en el país, más aún ahora que una crisis mundial puede afectar al precio del petróleo y nuestra economía. Para eso en necesario que los políticos bajen el nivel de confrontación y practiquen la concertación.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO