Relaciones con Colombia
Las relaciones diplomáticas entre Ecuador y Colombia llevan casi cinco meses interrumpidas desde la incursión del ejército colombiano que aniquiló un campamento de las FARC establecido en territorio ecuatoriano. Se han desaprovechado varias oportunidades para restablecerlas: la primera fue en el encuentro de Presidentes en República Dominicana en la cual el Presidente Uribe a nombre de su país pidió disculpas públicamente al Ecuador por el incidente fronterizo que ocasiono la muerte de guerrilleros del principal grupo subversivo que afecta a Colombia, la mediación del grupo Carter fue otra oportunidad que se perdió cuando el Presidente Correa hizo insultantes declaraciones contra su homólogo colombiano en una revista argentina y la más reciente ocasión para superar la crisis diplomática se dio luego de la exitosa y audaz rescate de la política franco-colombiana Ingrid Betancourt y quince otros secuestrados cuando ella hizo un llamado a Chávez y Correa para que apoyen a Uribe en sus esfuerzos por terminar el conflicto.
No creo que alguien en el gobierno, ni el propio Presidente Correa, puedan menospreciar la importancia de las relaciones de nuestro país con Colombia, nación que además de ser un ancestral socio comercial, es un vecino con quien mantenemos un estrecho vinculo poblacional. Existen muchas antiguas relaciones familiares ínter fronterizas y más de medio millón de colombianos residen en nuestro país así como muchos ecuatorianos lo hacen en Colombia. Por otro lado, ya pocos rechazan en el país la necesidad de impulsar el proceso de integración sudamericana y este proceso se complica e imposibilita si dos naciones bolivarianas, Ecuador y Colombia no se comunican.
Por eso, se hace muy difícil comprender la obstinación del mandatario ecuatoriano en mantener el conflicto abierto. Colombia ya dio las disculpas y satisfacciones en el foro internacional presidencial y en la Organización de Estados Americanos y el gobierno colombiano ha debilitado a las FARC al punto que ya se vislumbra una negociación directa con los cuadros guerrilleros remanentes. Por eso no cabe ya que el Presidente Correa tenga un papel protagonista en una mediación o en liberación de secuestrados, que fue el motivo que utilizó el Ministro Larrea para justificar sus reuniones con Rafael Reyes, el guerrillero fulminado en el campamento que había establecido en territorio ecuatoriano.
Si vienen al país el presidente francés o la heroína colombiana Ingrid, como lo han anunciado, habría otra oportunidad para reanudar las relaciones con Colombia y esperemos que Correa no la desaproveche. Muchos piensan que se mantiene la rotura por conveniencia electoral, o por mantener algún acuerdo del Ministro Larrea con los guerrilleros. Otros opinan que el disgusto personal entre los presidentes Correa y Uribe esta influyendo en las decisiones soberanas del Estado ecuatoriano con su vecino del norte. Si fuera así, habríamos regresado a la política internacional del siglo XVII, cuando el rey francés Luís XIV pregonaba: “El estado soy yo”.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO