Pobres arroceros
En el sentido literal del titulo, la mayor parte de los agricultores de arroz de nuestro país son campesinos que tienen los más grandes índices de pobreza. Constituyen una gran población montubia de Samborondón. Salitre, Daule, Santa Lucia, General Vernaza y otros cantones de Guayas, Los Ríos y Manabí, que tienen quince o diez hectáreas sin nivelación ni buenos sistemas de riego, que sobreviven con dos cosechas incompletas en una propiedad sin títulos y que dependen de la fuerza y duración del invierno para sus resultados de producción. Existen también algunos medianos y pocos grandes productores que tienen más inversiones en infraestructura y mayores producciones por hectárea.
Los arroceros vienen sufriendo en las últimas cuatro décadas de situaciones difíciles en el mercado de la gramínea, han soportado precios políticos irreales; cuando había buenas cosechas se prohibía la exportación y cuando había escasez se importaba arroz subsidiado de los Estados Unidos. Desde hace menos de un lustro, con las subidas de precios en el mercado internacional, se han mejorado los precios locales y esto ha generado el inicio de un proceso de mejoramiento de cultivos e inversión en infraestructura que ha hecho que el Ecuador se vuelva otra vez, como fue en las décadas de 1930 y 1940, en exportador de arroz.
Este proceso parecía destinado a un círculo virtuoso, de buenos precios, más inversión, mayor producción y aumento de exportaciones. Claros beneficios para los productores arroceros, especialmente para los campesinos más pobres, la creciente industria piladora, el comercio y la economía nacional. Así como otros países de vocación agrícola, Ecuador debería aprovechar esta coyuntura internacional con sus fértiles tierras arroceras para aumentar su producción. Mejorando la infraestructura, la calidad de semillas y optimizando la aplicación de fertilizantes podemos más que duplicar la actual producción y exportar cientos de millones de dólares para beneficio de agricultores, industriales, comerciantes y el país en general.
Pero el economista Presidente ha decidido prohibir la exportación, pero aún, permitir solo la que realizaría el gobierno con precios menores a los del mercado internacional a Venezuela. Esta decisión política que perjudica el crecimiento económico de este importante grupo de ecuatorianos tiene por objeto evitar que el precio de la gramínea suba en el mercado nacional, ya que esto afectaría el costo de la canasta familiar de los más pobres.
Una política más eficaz seria permitir la exportación estableciendo un pequeño impuesto cuyo importe serviría para aumentar el subsidio a la pobreza y financiar la infraestructura de los pequeños arroceros. De esta manera, se protege a los consumidores ecuatorianos más vulnerables contra la subida del precio del arroz pero se permite que el sector arrocero se desarrolle aprovechando la demanda internacional. Se enriquecería el país y se disminuiría la pobreza en el agro costeño.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO