Partidocracia
Según la enciclopedia del Dr. Borja, este término se comienza a usar en la Europa de la posguerra para “designar la presencia decisiva de los partidos en la vida política…después de la caída del fascismo”. Estos impusieron el voto obligatorio y la casi exclusiva participación de sus miembros en la vida pública como mecanismo para robustecer el sistema.
En el Ecuador la palabra es peyorativa desde que se comenzó a usar hace más de una década. Sin duda porque la mayoría de partidos que monopolizaron la actividad política en nuestro país, carecían de vida democrática interna, sus líderes controlaban a los afiliados autocráticamente, no elegían a los candidatos sino que los designaba la “cúpula”, los dirigentes se perennizaban en sus puestos y no existía capacitación política a sus miembros, los que eran reclutados en base a ofertas de puestos de trabajo burocrático si el partido alcanzaba el poder.
De esta aberración democrática se suponía que nos libraría la nueva Constitución y por eso muchos ecuatorianos votamos a favor de una Asamblea Constituyente. No se le dio suficiente importancia a este tema en Montecristi, aunque debemos reconocer que en el proyecto de carta fundamental se observan disposiciones que promueven prácticas democráticas en el funcionamiento partidista; porque, por otra lado, se mantuvo el voto en “plancha”, que hace que en provincias con gran población se voto por colores, números o banderas y no por personas para la elección de diputados y concejales, se mantiene la obligatoriedad del voto, en vez de hacerlo facultativo para todos, incluidos militares y adultos mayores.
Bien le haría a la democracia ecuatoriana si en esta época de cambios, se logrará acabar con el sistema de partidocracia que tanto ha contribuido al aumento de la cultura de corrupción, privilegios y autodestrucción de la Patria. Pero este cambio no se da por una mera intención constitucional, tiene que haber un común esfuerzo de ciudadanos y lideres para construir partidos verdaderamente democráticos. Mucho me temo que no hay aún esa intención en los políticos ecuatorianos, ni siquiera en el partido de gobierno; Alianza País parece sufrir del mismo autoritarismo, intolerancia y falta de prácticas democráticas que la vieja partidocracia.
Si el Presidente, que no pierde oportunidad para atacar, en muchos casos con razón, a los antiguos líderes autoritarios y acaparadores del poder, no actúa diferente con respecto a su propia agrupación política, no habremos sino cambiado de lideres, manteniéndose el sistema de la partidocracia intacto. Sería penoso que el gran poder político y mediático de Rafael Correa solo haya servido para como nos relata “el Gatopardo”: cambiar algo para que todo quede igual.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO