La Constitución de Correa
Hace pocos meses, muchos ecuatorianos tuvimos la esperanza de que la Asamblea Constituyente podría elaborar una carta política que fortaleciera la democracia en el país. Terminado el extensísimo proyecto de Constitución vemos con tristeza que este no busca ese objetivo. En vez de buscar un esencial equilibrio de poderes, fortalece en extremo al ejecutivo. En lugar de profundizar las autonomías, disminuye atribuciones asumidas con eficacia por algunos municipios. En vez de eliminar la votación en plancha y crear un régimen de verdaderos partidos democráticos, se fortifica la tan criticada partidocracia en la cual un grupo político autócrata domina todos los poderes. En vez de procurar un sistema de generación de riqueza y empleo, se debilita la propiedad privada y fortifica al fracasado estatismo. En vez de elaborar un documento claro y preciso, se ha desarrollado el proyecto constitucional más largo e impreciso de nuestra historia. En lugar de fortalecer la independencia del Poder Judicial, se crea una nueva estructura que depende principalmente del Ejecutivo.
Por los medios de comunicación hemos visto como los asambleístas en los primeros siete meses de su mandato recibieron a múltiples delegaciones con variadas propuestas, malgastaron el tiempo en consideraciones fatuas e inconsultas, dictaron mandatos no contemplados en el estatuto que los regia y no debatieron las principales reformas que la constitución del 98 requería. Las últimas semanas hemos observado como el Presidente Correa y su buró político han presionado sin ambages a los asambleístas de Alianza País para que aprueben aceleradamente un proyecto que concentra el poder en el ejecutivo. A pesar de esto, el propio Presidente ha dicho que en este existen “barbaridades” y “novelerías”.
Ahora el mandatario y su gobierno han iniciado una tenaz campaña para que el pueblo favorezca su proyecto que incluye abrumadora propaganda y nuevos subsidios. Los asambleístas, a modo de chantaje a las masas populares, han incluido transitorias que dan amnistía a los deudores del servicio eléctrico y dadivas a los profesores que se jubilan, aspectos que nada tienen que hacer en un texto constitucional.
Los ecuatorianos que creemos en la democracia debemos de reflexionar y asumir una actitud preactiva en las próximas semanas para evitar que se nos imponga una carta fundamental que le da al presidente poderes absolutos tanto o más como lo hicieran la de la “esclavitud“ de Flores o la “negra” de García Moreno. No cabe que en el siglo XXI se aplique en Ecuador esquemas constitucionales con los que se implantaron regimenes tiránicos y abusivos en el siglo XIX. El proyecto de Constitución de Correa tiene ese gravísimo peligro.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO