Independencia Nacional
Hace pocas semanas celebramos en Ecuador el bicentenario de la Revolución de Quito en la que la capital de la audiencia española constituyó una Junta Soberana que derrocó a las autoridades peninsulares. Duro pocos días ese primer gobierno autónomo, pero la cruel reacción de los virreyes contra los patriotas que osaron desafiar al monarca napoleónico hizo renacer el afán independista a partir del 2 de agosto de 1810. El divisionismo interno, la falta de apoyo regional y superiores fuerzas realistas llevaron al fracaso definitivo de la revolución del 10 de agosto de 1809 a fines de diciembre de 1812.
Pero la llama de la independencia se había prendido en la América española y fue atizada con la repulsa del restituido Rey Fernando VII a la Constitución de Cádiz. Al sur y al norte del territorio audiencial, las fuerzas comandadas por Bolívar y San Martín se enfrentaban con terribles dificultades para acabar con la tenaz resistencia realista. Entonces los patriotas guayaquileños realizaron una exitosa revolución con la que la estratégica provincia selló su independencia definitiva. A partir del 9 de octubre de 1820, en Guayaquil se organizaron expediciones militares para liberar todo el territorio de la Presidencia de Quito. Cuenca se agregó al esfuerzo el 3 de noviembre, pero no fue sino año y medio después, con el aporte de tropas y oficiales enviadas por los dos grandes libertadores y dirigidas por los generales Sucre y Santa Cruz, que los patriotas guayaquileños culminaron su aspiración con la Batalla del Pichincha el 24 de mayo de 1822. Guayaquil y el territorio conocido desde 1830 como Ecuador, contribuyeron luego con ingentes recursos y valiosas vidas para los triunfos de Junín y Ayacucho que independizaron Perú y culminaron la liberación de América del Sur del dominio español.
El inicio de la celebración del bicentenario del proceso de independencia nacional e hispanoamericana, tiene que provocar la realización de investigaciones y estudios que profundicen los conocimientos que tenemos de las causas, hechos, personajes y efectos de este. Para tener resultados objetivos es necesario que nos despojemos de pasiones regionalistas, visiones parcializadas y fanatismos que divinicen o denigren a patriotas y sucesos que formaron nuestra nación.
La celebración de los bicentenarios debe unir a los ecuatorianos, los historiadores deben estimular discusiones con altura académica que aclaren perspectivas, amplíen conocimientos y fortalezcan el espíritu nacional. Con ese pensamiento, recomiendo la lectura de “La independencia de la América española” y otros trabajos del ecuatoriano Jaime Rodríguez quien, como profesor de la Universidad de California, lleva casi cuarenta años estudiando, enseñando y escribiendo con lucidez sobre el proceso de separación de Hispanoamérica de la monarquía española.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO