Extremismos perniciosos
En el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio entre Ecuador y Estados Unidos se han desatado pasiones irracionales que dificultan el análisis objetivo de los posibles beneficios y perjuicios que esta acción de apertura comercial, le traería a los ecuatorianos. Menos aún se han analizado las acciones necesarias para aprovechar los unos y aminorar los otros.
Algunos empresarios proclaman que la economía ecuatoriana se destrozaría si no firmamos cualquier tratado que nos pongan delante, y ciertos líderes de izquierda extrema se oponen a todo convenio con la potencia norteamericana porque sostienen que acabaríamos como vasallos de esta. Las dos posiciones extremas se basan en falsedades que nublan la realidad. Es hora de transparentar la discusión para tomar decisiones que convengan al desarrollo del país y aumenten empleos dignos, que eviten el desesperanzado exilio económico de muchos compatriotas.
La CONAIE debería buscar provechos para los campesinos humildes asegurando la apertura del inmenso mercado del norte para nuestros variados productos de agricultura andina. Eso mejoraría el nivel de vida de estos ecuatorianos y disminuiría la inhumana inmigración ilegal a la que muchos se someten para encontrar trabajo en los propios Estados Unidos. Deberían impulsar tratados comerciales no solo con ese país sino con la Unión Europea, el MERCOSUR y otros países y uniones comerciales del mundo para que nuestros pueblos indígenas puedan salir del subdesarrollo.
Los negociadores y las cámaras de producción deben transparentar los riesgos y planificar como mitigarlos. El sector arrocero, por ejemplo, entrara en crisis así se excluya la liberación a la importación de la gramínea norteamericana, puesto que de cualquier forma, esta va a ocupar los mercados peruano y colombiano que los agricultores costeños suplían. Se necesita un plan de financiamiento a largo plazo de infraestructura a los pequeños arroceros ecuatorianos para que puedan competir con la industria mecanizada y subsidiada de los gringos. Si esto no ocurre enfrentaremos una grave crisis social en poco tiempo que aumentara el negocio coyotero.
Todos debemos entender que los tratados de libre comercio que firmemos con diferentes países de nada nos servirán, sino realizamos cambios en las leyes laborales, de seguridad social, educativas. Nuestra oferta de mano de obra, su preparación, salud, motivación debe competir con la de nuestros vecinos.
No es verdad que tras el cierre de las negociaciones peruana y colombiana se nos acabaron las opciones. La perjudicial actitud de los líderes indígenas pudiera contribuir a flexibilizar la rigidez de los negociadores estadounidenses. Al gobierno de Bush no le interesa que aumente el círculo antinorteamericano de Chávez o que por una mala negociación para Ecuador aumenten los desempleados que viajan a su frontera sur para engrosar los millones de ilegales latinoamericanos en su país.
Los tremendistas a favor y en contra del TLC deben racionalizar sus posiciones y contribuir para que el Ecuador use a la globalización del comercio mundial como herramienta de lucha contra la pobreza y como medio para disminuir la brecha entre ricos y pobres, mal que atenta contra la justicia social en nuestro país.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO