Empresarios y Trabajo
Si los ecuatorianos con habilidades para hacer emprendimientos, que involucran riesgos y sacrificios, no están dispuestos a invertir, difícilmente se podrá disminuir la tasa de desempleo y la pobreza en el país. Hace una década, luego de los desastres causados por el terrible fenómeno del niño y la crisis bancaria, Ecuador experimentó una crisis que causó un terrible incremento de la desocupación, que pudo superarse gracias a que cientos de miles de compatriotas tuvieron la valentía y oportunidad de emigrar a tierras lejanas en busca de trabajo y mejor porvenir. Ingresar a España, y desde ahí al resto de Europa, era más fácil que ahora, y el viejo Continente ofrecía oportunidades que ahora no existen.
Por esa razón, de la actual crisis de empleo, causada más por demagógicas políticas estatales que por la baja económica internacional, solo saldremos cuando los asambleístas, con el visto bueno del mandatario que concentra todo el poder, establezcan normas realistas y estables que generen confianza para invertir en Ecuador.
Debemos comenzar por cambiar la perversa propensión, de muchos medios de comunicación y políticos, de despreciar generalizadamente a la clase empresarial, y reconocer que como en todos las profesiones existen buenos y malos empresarios, con una amplia gama de matices entre unos y otros. Asimismo como se celebra, con justificada razón, éxitos de pintores, escritores, deportistas, etc., el país debe reconocer a los buenos empresarios ya que sus esfuerzos sirven para dar trabajo a decenas, cientos y hasta miles de ciudadanos. Si una sociedad envidia y desprecia a buenos emprendedores exitosos, los que arriesgan y aprovechan oportunidades de generar prosperidad buscaran emigrar, disminuyendo la creación de puestos de trabajo.
El mandato 8, que debía controlar abusos que sucedían en la contratación laboral, ha eliminado la posibilidad de contratos temporales y a tiempo parcial, necesarios en muchas circunstancias empresariales y que benefician a los que buscan trabajo por horas o temporadas.
La eliminación de requisitos para el ingreso de extranjeros al país y la salida de delincuentes de las cárceles, por disposiciones legales e ineficiencia judicial, ha aumentado la inseguridad ciudadana a niveles intolerables afectando el desarrollo de empresas e impidiendo el crecimiento de actividades con gran potencial, como la turística.
La ilusa intensión de aumentar el mercado de nuestros productos en Irán, Bolivia o Nicaragua, descuidando y despreciando tradicionales compradores en Estados Unidos, Europa y Colombia, no ayuda a los esfuerzos empresariales para ampliar las exportaciones.
Para disminuir el desempleo, no bastarán las medidas financieras tomadas por el gobierno, el estado tendrá que cambiar su obstinada actitud contra los empresarios.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO