El Primer Año de Correa
Es difícil hacer un balance equilibrado del primer año de gobierno de Rafael Correa puesto que hay que dejar a un lado tanta retórica de confrontación estéril que parece ser parte inseparable del ya cansino, para algunos, estilo presidencial.
Hay que resaltar que el estado ha retomado la construcción de grandes proyectos hidroeléctricos, absurdamente paralizados desde hace más de quince años, los efectos positivos de reducción de costos de energía se verán en el mediano plazo. Por otro lado, no se han podido superar los problemas de producción de hidrocarburos desaprovechando los altos precios, ni existen resultados positivos en materia vial.
La realización de la Asamblea Constituyente es un éxito político del Presidente y una oportunidad para que se realicen los cambios que Ecuador necesita para fortalecer el sistema democrático. Sin embargo preocupa la excesiva influencia personal del mandatario, la arrogación de poderes omnímodos, escasa discusión de los principales temas y vertiginosa aprobación de nuevos impuestos, sin un análisis serio de las negativas consecuencias económicas, por parte del ilustre cuerpo colegiado que deberá realizar los fundamentales cambios.
El que esta se lleve a cabo en Montecristi es un positivo mensaje de desconcentración, pero los continuos ataques contra entes autónomos y municipios va en sentido contrario al limitado progreso que se ha dado en los últimos años y a la tendencia de las naciones democráticas modernas de descentralizar y fortalecer autonomías para mejorar la democracia y los servicios ciudadanos.
Una buena nota tiene el Ministro de Educación, por la interacción con municipios y otros actores preocupados con el mejoramiento de esta principal función estatal, el aumento de profesores y sobretodo la desvinculación de la política partidista en el proceso de selección de los postulantes. La política exterior ha sido manejada con relativa prudencia y la cancillería asumió como debe ser, la promoción del comercio exterior, sin embargo, pocas acciones prácticas ha realizado para tener éxito en esa difícil tarea que es fundamental para el desarrollo económico de la Patria. Muy malo ha sido el desempeño económico del país en un año en que toda Latinoamérica ha progresado más aceleradamente.
Mi lectura es positiva, en general, sobre la calidad moral y técnica de los principales funcionarios. Puede que a algunos les falte experiencia y yo no estar de acuerdo con algunas políticas implantadas, pero no ha habido grandes escándalos de corrupción y se nota un afán de poner orden y disciplina en la administración pública, acción fundamental para la eficacia y eficiencia gubernamental.
Grave es la actitud casi infantil del mandatario de ir buscando camorra por doquier. ¿Por qué ataca lo que esta bien, lo que funciona? Reproducir aquello en vez de quererlo destruir debería ser su modo de actuar. Debemos tener fe, por el bien del Ecuador, y esperar que Rafael Correa reflexione, actué con sensatez y utilice su activo político para enrumbar a la nación en una ruta de progreso.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO