¡Educación pública secuestrada!
La educación pública y supuestamente gratuita que brinda el Estado ecuatoriano a sus niños y jóvenes es, con contadas excepciones, gravemente deficiente. En el área rural el problema es crítico: los profesores abandonan sus puestos o asisten con irregularidad, algunas escuelas tienen instalaciones sumamente rústicas y otras con decenas de alumnos son aún unidocentes. Por otro lado, muchas escuelas nocturnas en las ciudades tienen profesores sin alumnos, no existe un sistema obligatorio de capacitación permanente para los docentes ni otro para calificar su desempeño. Estas son sólo unas de las múltiples falencias del sistema.
Por algún motivo difícil de discernir, los dirigentes de la Unión Nacional de Educadores no han hecho nada en las últimas décadas para propiciar una mejora en la calidad de la educación; por el contrario, se oponen a cualquier proyecto de modernización, descentralización o corrección del sistema educativo. Lideran anualmente la terrible costumbre de los sindicatos estatales de desperdiciar el tiempo, romper la ley e iniciar un paro. La UNE está dominada avasalladoramente por un partido político que está aferrado a una ideología extremista que ya fracasó en el siglo pasado: el Movimiento Popular Democrático.
Así como he tenido la oportunidad de ver escuelas con tremendas deficiencias didácticas y físicas, he podido ver en funcionamiento a las Redes Amigas, un programa del Ministerio de Educación que involucra a padres de familia, profesores, comunidad y autoridades locales en la responsabilidad de impartir una educación de calidad en una zona que abarca varias escuelas rurales. Los resultados son muy positivos: las escuelas ya no son abandonadas por los profesores, se apoyan unas a otras, la comunidad y los padres de familia ayudan a mejorar su aspecto físico y participan en programas de capacitación. El centro matriz cuenta con medios técnicos para impartir enseñanza especializada y administra sistemas que permiten dar una buena educación. La UNE se opone.
La Constitución, las leyes, la experiencia propia y extraña y el sentido común imponen que se realice un profundo proceso de descentralización del sistema de educación pública. Es necesario que las autoridades más cercanas a la comunidad, que son los cabildos, sean los responsables junto con profesores y padres de familia del buen funcionamiento de las escuelas y colegios fiscales. En países más desarrollados, la descentralización administrativa llega a nivel de distritos escolares dentro del cantón, con autoridades elegidas democráticamente y fondeadas por los ciudadanos de cada distrito. En el Ecuador, deben los municipios más preparados ir asumiendo la responsabilidad de impartir educación de calidad a los jóvenes. Administrarían mejor que un ministerio centralizado las escuelas y profesores del país. La UNE se opone.
Es hora ya que esta institución colabore con el país. Debe apoyar el esfuerzo por mejorar la educación nacional y dejar de entorpecer todo afán positivo. Los educadores deben librarse de sus malos dirigentes que tienen secuestrada la educación pública ecuatoriana en mediocridad, incapacidad y vagancia.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO