Disparate burocrático
No encuentro ningún sentido a la creación de un Ministerio del Litoral, ¿se trata de un superministerio?… o de una supergobernación? Entre las más importantes funciones de las gobernaciones está la de coordinar las acciones de las direcciones provinciales y subsecretarías dependientes del gobierno central, así como la agenda presidencial cuando éste visita las provincias. ¿No serán esas las funciones del nuevo ente burocrático? ¿Qué harán los gobernadores? ¿Estará el nuevo ministro coordinando acciones gubernamentales en la región con poderes por encima de los ministros en la capital? ¿Será una especie de Virreynato del Litoral?
La medida es totalmente incongruente con los enunciados del propio gobierno que está acogiendo propuestas de reorganización territorial de la nación que rompen la tradicional división regionalista de costa, sierra y oriente. ¿Qué sentido tiene que las autoridades de Esmeraldas vengan hasta Guayaquil para coordinar acciones administrativas si Quito está más cerca? Desde épocas coloniales han dependido de la capital. ¿Dónde quedan en la visión del gobierno las autonomías regionales que proclama auspiciar?
Otro absurdo, sobretodo en un gobierno que quiere atender a los más pobres y dice que “la Patria ya es de todos”, es que se gasten más de treinta millones de dólares en comprar el edificio más “pelucón” de Guayaquil para instalar la nueva dependencia estatal. En la ciudad existen grandes espacios vacíos en edificios públicos de los cuales puedo citar algunos que me saltan a la memoria: el Palacio de la Gobernación el cual tiene libre el ala que desocupó el Consejo Provincial, el Banco Central tiene varios pisos subutilizados o vacantes, también los tienen el edificio del Ministerio de Agricultura y otros entes gubernamentales en el puerto principal. ¿No sería mejor invertir esos recursos en construir o mejorar escuelas y centros de salud, en vez de comprar lujosos palacios dorados?
Tradicionalmente cuando los Presidentes vienen a Guayaquil ocupan el despacho del Gobernador y atienden al público desde el Salón de los Libertadores o en el gran Salón Bolívar, ¿por qué quieren Rafael Correa y Ricardo Patiño ocupar las oficinas que con excesivo derroche construyó el Sr. Fernando Aspiazu para dirigir el Banco del Progreso? ¿Es solo una falta de tino? ¿Es este otro dislate más propio de caprichosos pelucones que de un mandatario y su ministro que se dicen socialistas del siglo XXI?
Si el Presidente quería dar una elegante salida del Ministerio de Economía a Ricardo Patiño podía haberle propuesto una embajada, o la misma Gobernación del Guayas, pero crear una sobrestructura burocrática que solo puede entorpecer las labores administrativas del estado para acomodar al amigo, es insólito. El Presidente Correa debe actuar con mayor reflexión, coherencia y prudencia, los ciudadanos responsables debemos exigirle al menos eso. Sus demagógicas confrontaciones y erráticos mensajes están ocasionando una incertidumbre general que puede traer una nueva crisis económica. Menos trabajo, más desasosiego y emigración no es por lo que votamos la mayoría de ecuatorianos en la última elección.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO