Desarrollo económico
El Ecuador tiene la increíble fortuna de que por ahora, y parece que también en el previsible futuro cercano, el precio del petróleo esté en un nivel tan elevado, que nos debería augurar un gran impulso a su estancada economía. El precio internacional con el que se refiere el del petróleo ecuatoriano esta encima de sesenta dólares, esto es, cuatro veces mayor que el que promediaba a fines de la década de los ochenta, cuando comenzaron a firmarse los contratos petroleros con las compañías privadas, y comienzos de esta del 2000, en la que, se han dispararon los precios de la principal riqueza nacional. Nada pasara, empero, si nuestros líderes no aprovechan la coyuntura mundial con acciones prácticas y justicieras que lo permitan.
En las últimas semanas el Alcalde de Guayaquil, el Abg. Jaime Nebot, hizo una propuesta una ley para incentivar importantes inversiones y que merece un concienzudo análisis por parte del Congreso. Doy un ejemplo donde ese tipo de exoneraciones fiscales, que deben de beneficiar por igual a capitales nacionales y extranjeros, tendría positivas repercusiones en la sociedad entera: pequeños y medianos proyectos hidroeléctricos que producirían electricidad con un recurso renovable por debajo de cinco centavos el kilovatio-hora. Estas nuevas inversiones, que serían a largo plazo e involucrarían entre pocas unidades y decenas de millones de dólares, darían un beneficio general ya que significarían una disminución de los costos de generación y de la dependencia eléctrica con de los vecinos, además de un aumento de las reservas carboníferas exportables del país.
Otras medidas necesarias para reactivar la economía son algunas de las propuestas del anterior Ministro de Finanzas, Eco. Rafael Correa; por ejemplo la provisión de financiamiento con fondos nacionales en condiciones razonables para propiciar el desarrollo de la agricultura, la industria y el turismo. El uso de excedentes petroleros con ese fin, sin olvidar la necesaria inversión social en salud y educación, permitiría un crecimiento de sectores no petroleros de la economía, como sucedió a fines de los setenta y comienzos de los ochenta con el desarrollo de la producción de camarones, flores, brócoli, aceites y muchos otros. La cantidad de mano de obra que actividades como estas ocupan, la ubicación a través de todo el país de esas oportunidades y otros factores, hace que el beneficio que producen sea muy superior al de la misma explotación petrolera.
Actividad esta última, que en ningún caso debemos descuidar, por lo que hay que solucionar los problemas existentes. Ante el conflicto suscitado, por errores administrativos y legales, con una importante compañía petrolera, de las que más contribuye con el pago de impuestos y el desarrollo de esa industria, debe negociarse con justicia y equidad, aprovechando la coyuntura para aplicar un contrato que considere el nivel del precio del petróleo para determinar la distribución del porcentaje del producto que va al estado y el que se queda con la compañía productora. No es lo mismo, el setenta y cinco porciento de un petróleo a quince dólares el barril, que ese porcentaje con el barril a cincuenta y cinco dólares. A medida que el precio aumenta, a partir de veinte o veinte y cinco dólares, el porcentaje que le corresponde al Estado Ecuatoriano debe subir, hasta llegar, al negociar un justo acuerdo, seguramente por encima de sesenta. Esta renegociación, por cierto, debe hacerse con todas las petroleras porque todos sus contratos pecan del mismo error, que a los precios actuales del hidrocarburo constituyen una lesión enorme a los intereses estatales, y otros como esa falta de claridad en la aplicación del IVA que ya ha ocasionado disputas legales. Como los plazos de duración de la mayor parte de los convenios están a poco tiempo de caducar, esta transacción les daría a las compañías petroleras, el beneficio de la estabilidad jurídica que reclaman al otorgarles una extensión suficiente para la explotación, garantizados por un contrato que respeta reales normas de justicia en beneficio de las partes.
Estas son elementos importantes de una estrategia de desarrollo económico que este Gobierno y el Congreso Nacional deberían urgentemente aplicar para evitar la terrible sangría de valiosos ecuatorianos que emigran desesperados en busca de mejores oportunidades.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO