Capitán manda
Más allá de inoportunas controversias políticas y mutuas inculpaciones sobre quienes aprobaron las leyes que protegen a delincuentes y son una causal del desbocado auge de inseguridad ciudadana, parece que el Presidente ha decidido finalmente revisar decisiones y políticas desacertadas que han hecho que en Ecuador prime la impunidad para criminales. Ojalá lo haga con el empeño y constancia que pone cuando ataca a sus opositores, pues el país espera que asuma la responsabilidad estatal de dar protección a los habitantes. Si así lo hace y aplica toda la influencia que tiene en la Asamblea, está encontrará la forma de eliminar las irracionales disposiciones constitucionales que facilitan la criminalidad y ponen en riesgo el trabajo y la vida de casi todos.
Por fin se ha acordado restablecer relaciones entre Ecuador y Colombia, esta decisión es importante no solo para aumentar el flujo comercial, sería beneficioso por ejemplo que productores de papa y arroz vuelvan a vender esos alimentos en el vecino país, sino también para mejorar la seguridad interna ya que las instituciones policiales, fiscales y judiciales de las dos naciones aumentarán el cruce de información y colaborarán en la captura de criminales. Muy bien que el Presidente haya superado su disgusto por el ataque colombiano a guerrilleros en Angostura, aunque hubiera sido mejor que esto ocurriera meses atrás.
El Ecuador necesita diversificar y aumentar sus exportaciones para lo cual es necesario mantener buenas relaciones con nuestros principales compradores, entre los que el más importante es Estados Unidos. Por eso llama la atención que el vicecanciller Kintto Lucas, quien debería trabajar en eso, se afane por exponer una visceral postura ideológica antinorteamericana. Al hacerlo, como lo hizo cuando ofreció residencia a Julian Assange, quien además de vulnerar y exponer comunicaciones diplomáticas de ese país a través de Wikileaks, enfrenta acusaciones delictivas, Lucas puso en riesgo la continuación de las preferencias arancelarias que EE.UU. concede anualmente a Ecuador y que son vitales para nuestra economía. Afortunadamente, el Presidente Correa desautorizó rápidamente la impertinente e irreflexiva declaración del alto funcionario de la cancillería, hecha no a título personal sino como representante de los ecuatorianos.
Las reformas para mejorar la seguridad que la Asamblea debe dictar, el restablecimiento de relaciones con nuestro vecino, el control a desbocados funcionarios que pueden causar caos económico, todo recae en el Presidente, porque en gobiernos autocráticos solo el capitán manda. Con esa realidad en el Ecuador de hoy, debemos esperar que el Presidente enfoque sus acciones a solucionar los problemas nacionales, especialmente los de inseguridad y desempleo, en vez de armar fútiles enfrentamientos.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO