Al fondo del abismo
Con las verdades descubiertas y los acontecimientos ocurridos a partir de la muerte del tan mentado Notario de Machala, creemos que se han claramente ratificado las razones por las que el Ecuador esta considerado como una de las naciones más corruptas del mundo. El constatar que tantos altos oficiales, autoridades y distinguidos ciudadanos ecuatorianos hayan participado en inversiones ilegales de altísimo rendimiento, sin que ni siquiera les haya importado la fuente de tanta riqueza ni el justo aporte al fisco, nos causa una profunda decepción. Hemos tocado fondo con tanta corrupción.
Para salir de este lodazal de porquería solamente caben medidas radicales, que deben aplicarse no sólo en este caso, sino en todos los que cada vez más frecuentemente escandalizan a la opinión ciudadana. No es ético que continúen ejerciendo funciones públicas o trabajando para el Estado los que delinquen públicamente. Deben renunciar o ser destituidos todos los involucrados en los delitos de usura e inversiones ilegales; juzgados, condenados y encarcelados los participantes en el asalto y saqueo con armas estatales a las oficinas en las que se cometían los delitos.
La inercia de los organismos estatales y de sus funcionarios que debieron conocer e impedir esta bochornosa situación los convierte en cómplices, pero esto no puede eximir a los delincuentes de sus culpas. No sólo que la pretensión de algunos de ellos de recibir compensaciones del Estado es insólita, sino que denota el bajo nivel moral y educativo de gran parte de los ecuatorianos, incluso de algunos en niveles encumbrados de la sociedad.
Ningún país puede progresar y crecer armónicamente con tan alto nivel de corrupción. Es hora de cambios radicales en la Justicia ecuatoriana. ¡No se puede combatir la corrupción cuando impera la impunidad! Ésta reina porque la corrupción está incrustada en las mismas Cortes que muchas veces obedecen a la codicia o a poderes políticos perversos.
Debemos de tener fe en el proceso de selección de los jueces de la Corte Suprema de Justicia que está culminando. Éste ha sido transparente y vigilado por veedurías internacionales. El Congreso debe ratificar los nombramientos para legitimizar el proceso. A este órgano renovado le corresponde una gran labor en el proceso de depuración de las Cortes, la selección de nuevos jueces superiores y distritales y la culminación del proceso de modernización del Sistema Judicial.
Por otro lado, deben realizarse reformas políticas que democraticen a los partidos, que mejoren la representación de los ecuatorianos en el Sistema Legislativo, que independicen al Poder Electoral de los actores que debe controlar, que imponga revocatorias de mandato en todos los niveles de elección, que den libertad a los ciudadanos a elegir y participar en la política nacional. Si la partidocracia que impera es incapaz de hacer estos cambios, estos tendrán irremediablemente que venir a través de una Consulta Popular o Asamblea, evidentemente Constituyente.
No necesitamos más evidencias de que estamos al fondo del abismo moral de la Patria.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO