Repunte cacaotero
Este año el valor de la exportación de cacao y derivados se acercará a 500 millones de dólares, un importante incremento que se debe, por un lado, al repunte del precio de la “pepa de oro”, gracias a un mayor consumo mundial de chocolate negro y al estancamiento de la producción en África; y por otro, a Don Homero Castro, agrónomo ambateño que desde 1952, hasta su muerte en 1988, experimentó con la hibridización entre cacaos trinitarios finos de alta calidad y productividad, y amazónicos tolerantes a enfermedades. En 1965 presentó su mejor selección: la Colección Castro Naranjal 51, pocos tenían fe, pero esos que creyeron probaron y demostraron que esta variedad de fino aroma, tiene alto rendimiento y resistencia a males biológicos. Desde hace 25 años se comenzó a sembrar en Ecuador en decenas de hectáreas, hoy existen más de 20000, y aunque algunas todavía no producen, ya representan el 20% de la exportación nacional.
El éxito científico de este ecuatoriano, ha hecho que la fama de la variedad que desarrolló, y que merecidamente se está registrando con el nombre de “Don Homero”, trascienda las fronteras, hoy hay cultivos en Perú, Costa Rica y Colombia. Los productores han aprendido a fermentarla adecuadamente, y tiene una excelente aceptación en el mercado internacional, su fino aroma es diferente al de otras variedades, como es lógico suponer, y esa distinción en sí, es un atractivo.
Paradójicamente, en Ecuador hay insensatos que están contra el desarrollo tecnológico, que quieren incluso impedir que pequeños agricultores se beneficien con la siembra de la nueva variedad, cuya (al menos tres veces) mayor productividad, les ayudaría a salir de la marginalidad y pobreza.
Estos mismos retrógrados, asesorados por mentalidades neocolonialistas, están promoviendo una “Ley de Fomento y Desarrollo del Cacao Nacional Fino de Aroma”, que pretende perpetuar a Ecuador como exportador del grano a industriales extranjeros, pues el proyecto no solo que no establece incentivos para que los ecuatorianos mezclemos aquí en nuestro país, al cacao, con azúcar, frutas secas, y otros productos, aumentando el valor agregado y creando mayor riqueza, sino que fija un gravamen a la incipiente pero empeñosa industria que comienza a exportar diversidad de chocolate. ¡Quieren que sigamos exportando materia prima para que otros se beneficien de su elaboración!
El proyecto pretende crear un inmenso organismo burocrático, que administraría desde Quito, el 3% del valor de la exportación de cacao (más de 12 millones de dólares este año), con el que supuestamente se capacitaría a pequeños agricultores. Hay que tener cuidado, pues los mismos promotores, que quieren quedarse como burócratas dorados, son los que se oponen al progreso de nuestros campesinos, pretendiendo prohibirles sembrar variedades exitosas para que continúen tradicionalmente pobres.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO