Hace cuarenta años
Ante tanta mala noticia, bajo crecimiento económico, aumento de inseguridad, impunidad delincuencial, perspectivas de nuevas leyes anti-empresariales, fracaso de proyectos energéticos, atentados judiciales a la libertad de expresión, abusos en la fiscalía, he preferido comentar sobre como se ha desarrollado nuestro país en los últimos cuarenta años.
Una perversa tendencia de los ecuatorianos, manifestada a través de los medios de comunicación, a ver todo mal, a veces peor de lo que en realidad es, nos dificulta apreciar como ha progresado Ecuador en las últimas décadas. Hace cuarenta años se inauguró el puente sobre el río Guayas, me acuerdo que un tío radicado en EE.UU., me dijo que no entendía porque se lo había construido con cuatro carriles, que nunca habrían suficientes carros para llenarlo. Desde hace una semana me mudé a la Puntilla de la parroquia Tarija, y el puente con diez carriles en su primera parte, esta constantemente lleno y en horas pico, incluso atrancado en sus accesos.
No es solo que ha disminuido sustancialmente el analfabetismo, la pobreza extrema y la falta de servicios básicos, sino que los ecuatorianos tenemos mucho mayor contacto con el resto del mundo, a través del Internet, la televisión y parientes en el exterior. Somos, en general, mucho más cosmopolitas.
Es verdad, el mundo entero ha progresado, y algunos países, incluso hermanos latinoamericanos, han avanzado más que Ecuador porque han tenido políticas económicas más estables, atractivas a la inversión y el desarrollo. Pero si nos comparamos con otros, hemos tenido sustanciales avances que se demuestran en la transcendental disminución de la mortalidad infantil y aumento en la expectativa de vida de los ecuatorianos.
Hace cuarenta años, la mayoría de los habitantes rurales andaban descalzos, los trasportes públicos eran pésimos y escasos, el transito aéreo era mínimo, habían solo pocos cientos de carreteras asfaltadas, mucho menos de la mitad de los ecuatorianos tenían agua potable y electricidad. Tenemos que admitir que a pesar de las falencias, equivocaciones administrativas, deterioro de la administración judicial, corrupción y abuso de poderosos, hemos progresado sustancialmente.
Creo que la tendencia a maximizar lo malo y ocultar lo bueno que ha ocurrido y ocurre en nuestro país, ha dado fuerza a la ilusión de la Revolución Ciudadana y sus políticas contra la empresa privada, la inversión y la democracia.
Solo tenemos que ver que ha pasado en la otrora próspera Cuba luego de cinco décadas de comunismo, la mayoría de sus habitantes, del campo y la ciudad sufren la más indigna pobreza, el desempleo, y viven de cupos alimenticios y caridad estatal. En Venezuela, en tan solo diez años de demagogia y mala administración del régimen autoritario, ha disminuido el bienestar ciudadano a pesar de ingentes ingresos petroleros.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO