Negociando el TLC
Dentro de la negociación del Tratado de Libre Comercio, la Comisión debe prestar especial atención para proteger a sectores de la economía ecuatoriana que son vulnerables a una apertura comercial incondicional con los Estados Unidos. Por otro lado, la Comisión debe de negociar la apertura del mercado americano para bienes cuya producción en el Ecuador se puede hacer con eficiencia y generando bienestar. Los siguientes son ejemplos ilustrativos de lo que queremos decir.
Una de las mayores producciones agropecuarias ecuatorianas es la arrocera. Miles de hectáreas del campo costeño se dedican a aquello y miles de campesinos trabajan en su cultivo. Sin embargo, la mayor parte de la producción proviene de pequeños agricultores cuyos campos no están nivelados ni protegidos contra inundaciones, no tienen riego ni usan tecnologías modernas y, por ende, tienen bajas productividades. En caso de que la subsidiada producción arrocera norteamericana pueda ingresar al país sin restricciones, esos arroceros ecuatorianos no podrían subsistir. La negociación con los Estados Unidos debe de lograr no sólo un período largo de exclusión del arroz en el libre comercio, sino también un plan de apoyo para proveer a nuestros agricultores infraestructura moderna y capacitación. Paralelamente debe haber un proceso de eliminación del subsidio que reciben las grandes empresas arroceras de Lousiana y Texas.
Por otro lado, de hacerse posible con una buena negociación que vegetales y hortalizas frescos – o procesados en la Sierra ecuatoriana y en las zonas secas subtropicales con riego de nuestra Costa – puedan comercializarse en Norteamérica, estoy seguro de que nuestros productos podrían competir en el Nordeste de los Estados Unidos con las producciones de California y México que actualmente dominan ese mercado, beneficiando en gran manera a muchos agricultores ecuatorianos.
En uno y otro caso, la negociación del Tratado de Libre Comercio sólo nos da la posibilidad de protegernos de un riesgo o nos permite aprovechar potencialidades comerciales, pero no nos garantiza que lo hagamos. Para eso, deben de darse en el país acciones concretas del gobierno y del sector privado para desarrollar nuestra producción. Necesitamos una verdadera política nacional de competitividad para poder desarrollarnos. Esto implica cambios importantes en las leyes laborales, para poder aumentar el número de plazas de trabajo disponibles; en la Seguridad Social, para que deje de ser una grave tasa para empleados y empleadores y se convierta en un verdadero servicio para los trabajadores; en la actitud de empresarios y banqueros, que deben asumir los proyectos de inversión en el largo plazo y no buscar sólo plata rápida y fácil y en el Estado en general, que debe reducir el gasto público improductivo e invertir más en educación.
Si la negociación y firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos no va acompañada de cambios profundos en las políticas nacionales, de poco nos servirá para desarrollar a nuestro país. Ya tenemos la experiencia de más de seiscientos rubros cuya inclusión en el Acuerdo de Preferencias de Derechos Arancelarios Andinos que no supimos ni pudimos aprovechar.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO