¿Igualdad de sexos?
Mucho ha cambiado en los últimos treinta años, en Ecuador y el mundo, en los roles que hombres y mujeres juegan en la sociedad. El movimiento mundial feminista tomó cuerpo en los setenta, y las realidades cambiaron irreversiblemente. Entonces, el rol de la mujer en el mundo empresarial, político y académico era muy limitado. Las mujeres eran generalmente secretarias, profesoras, enfermeras, un bajo porcentaje estudiaban universidad, pocas actuaban políticamente, era impensable que fueran policías o militares.
Esto ha cambiado radicalmente. Muchas ejecutivas ocupan importantes posiciones en empresas nacionales y extranjeras, hay mujeres alcaldesas, legisladoras, ministras de estado, ha aumentado la proporción de mujeres en el campo medico y legal. Nunca habrá igualdad en todos los campos, las diferencias de géneros hace que prefieran diferentes profesiones y trabajos, pero la activa participación de la mujer en política, actividades empresariales y profesionales, está cambiado todo para bien de la sociedad.
El rol del hombre también ha variado, hace treinta y cinco años cuando yo tuve mis hijos apenas los cogía de recién nacidos, les habré cambiado pañales por emergencia alguna vez pues eso era algo que los hombres no sabíamos hacer. Hoy mi hijo y yernos son expertos en cambiar pañales, bañar y cuidar a sus bebes. Tengo amigos que les gusta cocinar, y lo hacen mejor que sus esposas. Conozco parejas en los que la mujer es ejecutiva o empresaria y principal proveedora en la economía familiar.
Estas realidades del siglo XXI hacen incomprensible la propuesta de jubilación de la mujer a los 25 años de trabajo. Justo cuando la experiencia adquirida les posibilita alcanzar más altos niveles ejecutivos y profesionales. Ahora que la expectativa de vida de la mujer, superior a la del hombre, está acercándose a los 80 años. ¿Cómo podrían 25 años de aportes cubrir 35 de jubilación?
Cuando algún político demagógicamente hizo esa propuesta hace más de 30 años, argumentó que la mujer debía cumplir funciones domesticas. Alcanzó la curul deseada pero no cumplió la oferta porque los cálculos actuariales, igual que ahora, la hacían inviable.
Lo que ahora sorprende es que sean mujeres, quienes deberían sentirse orgullosas de los avances profesionales alcanzados por el mal llamado sexo débil, quienes hagan la anacrónica propuesta. La mujer a los 45 años está en su etapa más productiva y en la plenitud de su vida, ¿cómo podría una familia, una sociedad, una nación perder el aporte que su trabajo produciría? No sería justo que se dedique exclusivamente a labores que todos en una familia deben compartir. No se debe afectar los avances que se han dado en las últimas tres décadas. El hombre y la mujer nunca serán iguales, pero debemos tener iguales derechos, oportunidades y obligaciones.
Dr. Benjamín Rosales Valenzuela
Publicado en: Diario EL COMERCIO